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Como suele ocurrir en la vida, tanto en términos personales como institucionales, los hechos no siempre se producen a imagen y semejanza de nuestros anhelos. El proyecto de nueva ley orgánica del TSE aprobado en el Senado no podía escapar a esta regla inexorable.
Pese a eso, lo que nadie podría negar es que la Cámara Alta, con su apertura hacia el TSE y otros sectores sociales en interés de recabar sus opiniones, ha propiciado la posibilidad de que se concreticen innegables avances en lo que sería el nuevo marco legislativo regulador de la jurisdicción contenciosa electoral del país.
Concuerdo en que podría decirse que no es ideal, pero considero injusto afirmar que no sería mejor que el actual, el cual, adolece de falencias que hacen urgente su modificación.
Por eso, reconozco y felicito al Senado por el papel que ha jugado en esos logros, parciales, pero importantes.
Estoy persuadido de que la responsabilidad de quienes intervenimos en la vida pública es que, a nuestro paso, el estado de la ciencia, jurídica en este caso, quede en mejor posición que la que recibimos.
En el caso particular del proyecto de ley orgánica del TSE, si termina aprobado con los cambios que, con muchísimo esfuerzo se han podido obtener, representaría un paso, pequeño, insuficiente, limitado, pero proclive de acercar el texto a la legislación que algún día se logrará.
Sin embargo, el avance que se lograría, tampoco será algo definitivo e inmutable, porque como siempre, el cambio es consustancial a la vida y el mundo electoral lejos de ser la excepción, es un ejemplo de eso por el impacto que las circunstancias fácticas tienen en su regulación.
Ideales no se materializan a plenitud
Formé parte del equipo que tuvo a su cargo la interacción con las personas vinculadas al proyecto en el Senado.
Para sus integrantes, aun conscientes de que no se materializaron a plenitud nuestros sueños, lo alcanzado nos produce una satisfacción vinculada a nuestra conexión con la realidad que determina, más allá de nuestros pareceres, los resultados en este y todos los temas.
Para el pleno del TSE, es trascendente contribuir a subsanar, aun sea progresivamente, el déficit heredado por una ley orgánica que, en términos regulatorios, es limitada respecto al reglamento de procedimientos electorales.
Debió ser así porque a partir de la primera, resultaba imposible agotar las acciones ante la jurisdicción por la cantidad de asuntos sin normativas que señalaran los pasos a seguir.