POR: Susi Pola
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La semana pasada, hubo gran alarma en el pleno de la Cámara de Diputados y Diputadas por el Proyecto de Ley Orgánica que crearía un Sistema Integral para la Prevención, Atención, Sanción y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres, sancionada el año pasado por el Senado y en las Comisiones de Justicia y Género, de la Cámara Baja actualmente.
La pieza fue trabajada en el marco de un espacio intersectorial e interinstitucional en el que participaron instituciones gubernamentales, como Ministerio de la Mujer, Procuraduría General, Suprema Corte de Justicia, así como organizaciones de la sociedad civil que trabajan con las causas y consecuencias de la violencia contra la mujer, precisamente invitadas al espacio por las dos primeras instituciones.
Por haber formado parte del conjunto que, previas discusiones, contrató una pequeña comisión de cinco personas expertas en la creación de leyes de tercera generación, nos sentimos más que sorprendida por la alusión a que, en esa propuesta se establecía la posibilidad del matrimonio gay. Y por eso la explicación.
El objeto único del Proyecto de Ley Orgánica mencionado, es la prevención, detección, atención integral, persecución, sanción y seguimiento de todas las formas de violencia contra las mujeres, basadas en las relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres, mediante la regulación de políticas públicas orientadas al reconocimiento, respeto y garantía del derecho de las mujeres a una vida libre de violencia.
Y su contenido es absolutamente referido a esta violencia. Que de las treinta definiciones que tiene la propuesta, la número 17, que refiere a la mujer como la “persona de sexo femenino en cualquier etapa de su vida, y persona cuya identidad de género sea reconocida por ella misma y su entorno social, como femenina”, sea la que haya causado la confusión, resulta inexplicable, porque la claridad del texto jamás alude al matrimonio gay.
Hay que tener la mente maleada para ver esto. Lo que explican las normativas con enfoque de derechos humanos, es que consideran mujer a una persona que lo sea para ella misma y para los demás, cuando es víctima de violencia por un agresor que así la considera. Así, sin la sombra de uniones formales que, por otro lado, no es un problema que quite el sueño a nadie en un país como el nuestro donde, el mayor porcentaje de uniones son consensuales.
(Y eso sin contar las uniones extramatrimoniales, frecuentes en todo caballero que se precie de serlo aquí) Sería verdaderamente lamentable que por la homofobia exagerada de quienes no se molestaron en leer la propuesta, esta sea desechada, cuando es una legislación impecable y acorde a los mejores intereses de esta sociedad, donde cada día y medio, se mata a una mujer por violencia machista y misógina.

