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Lo que queda del franquismo: símbolos, calles y 114 mil desaparecidos

Lo que queda del franquismo: símbolos, calles y 114 mil desaparecidos

Madrid,  (EFE).- La inminente exhumación del dictador español Francisco Franco de su tumba en un monumento nacional no cierra el capítulo de los símbolos de su régimen, que todavía siguen presentes en algunos lugares a pesar de que poco a poco desaparecen de la vista pública.

El Gobierno tiene previsto realizar la exhumación esta semana entrante, después de que Franco haya estado enterrado desde su muerte en 1975 en el monumento del Valle de los Caídos, para trasladar los restos a un cementerio en las afueras de Madrid.

Cuando se cumplen ochenta años del final de la Guerra Civil española (1936-39) y 44 del fallecimiento de Franco, todavía quedan repartidos por toda España símbolos, construcciones y nombres oficiales que recuerdan a un régimen que comenzó con claros tintes fascistas y luego intentó adaptarse a la Guerra Fría bajo el manto de autocracia anticomunista, y que todavía mantiene simpatizantes en este país. La ley de Memoria Histórica aprobada en 2007 por el entonces Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero intentó poner fin a la exaltación del franquismo, entonces aún muy presente en los espacios públicos, y lograr la reparación moral de los perseguidos de la dictadura.

Desde entonces y poco a poco se han ido modificando nombres de calles y plazas, y se han retirado estatuas o placas de homenaje.

MÁS DE 114.000 DESAPARECIDOS

Tal vez el mayor recordatorio que pervive del régimen franquista sea uno que no se puede ver- los 114.226 asesinados y enterrados de forma irregular en fosas comunes, pozos o en pleno campo, en muchos casos en tumbas sin marca, según datos de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH).

Fueron asesinados durante la Guerra Civil o la posterior represión, la gran mayoría a sangre fría y sin juicio. “Hay muchos que nunca se van a exhumar o que nunca serán reclamados”, reconoce a Efe Emilio Silva, presidente de la ARMH, una entidad privada que desde hace veinte años trabaja por recupera los restos de los asesinados y devolverlos a sus familiares.

La mayor fosa común está en un antiguo cementerio de Málaga (sur), donde están documentadas 4.288 personas y se ha exhumado los restos de 2.480. Pero hay lugares repartidos por casi toda España, en algunos casos incluso todavía desconocidos. La ARMH ha logrado abrir desde el año 2000 un total de 900 fosas, sobre todo pequeñas, recuperando los restos de cerca de 9.200 personas.
Pero el proceso es lento por la falta de apoyo oficial, ya que trabajan con voluntarios, donaciones económicas (como las de un sindicato noruego) y el trabajo de un equipo argentino de antropología forense para los análisis de ADN.

“Falta voluntad política” por parte de los gobiernos que ha habido en España, lamenta Silva, quien calcula que con un apoyo oficial pleno las fosas conocidas podrían abrirse e identificar a las víctimas en tres o cuatro años.

Silva pone como ejemplo el caso del País Vasco, donde el decidido respaldo del Gobierno regional ha permitido abrir y documentar todas las fosas conocidas en la región, así como a las víctimas.

LOS PUEBLOS “DEL CAUDILLO”

Todavía sigue habiendo ocho localidades que incluyen en su nombre menciones a Franco o a alguno de sus generales más destacados durante la Guerra Civil. Guadiana del Caudillo, Villafranco de Guadalhorce o San Leonardo de Yagüe, entre otros. Algunos de ellos están en proceso para cambiar de nombre, mientras que en otros se oponen los alcaldes o los vecinos.
E

l Ministerio de Justicia solicitó formalmente en febrero pasado a 656 municipios que retiraran vestigios que pervivían en sus espacios públicos, como 1.171 calles y plazas que mantenían los nombres de figuras del franquismo. Algunos están cooperando y otros se resisten con diversas excusas. La ciudad donde nació Franco, Ferrol (Galicia, noroeste), se llamó durante décadas “del Caudillo” hasta 1982, y la casa natal, en el barrio antiguo, conserva una elogiosa placa en su exterior.

EL VALLE DE LOS CAÍDOS

El lugar donde todavía está enterrado Franco es el monumento nacional del Valle de los Caídos, una gigantesca basílica excavada en la roca de las montañas del norte de Madrid, en la que están depositados los restos de unos 34.000 combatientes de ambos bandos de la Guerra Civil.

El lugar, mandado construir por Franco y concluido en 1958, es el principal refugio de la simbología franquista y está coronado por una gigantesca cruz de 150 metros de altura visible. El Gobierno estudia reconvertir el monumento en un centro histórico que de educación y explicación de esa época, un asunto complejo y delicado sobre el que será muy difícil lograr consensos.

LA ÚLTIMA ESTATUA DE FRANCO

Las estatuas ecuestres del dictador han ido desapareciendo de plazas y calles. Las últimas fueron retiradas de Ferrol (2002), Santander (2008) y de la ciudad norteafricana de Melilla (2011).

En Melilla queda otra, levantada tres años después de la muerte de Franco, y en la que este aparece joven y de pie.
Las autoridades locales -tradicionalmente en manos del conservador Partido Popular- se escudaron en que la estatua no homenajea a Franco como dictador, sino cuando era comandante del cuerpo militar de la Legión y salvó a la ciudad en 1921 tras el Desastre de Annual, una famosa batalla contra tribus del Rif en las guerras coloniales en Marruecos. Pero en el nuevo gobierno municipal, en manos de una coalición de centroizquierda, ya hay voces que piden la retirada de esa estatua.

OTRAS TUMBAS INCÓMODAS

Tras la salida de los restos de Franco del Valle de los Caídos, todavía quedarán en España algunas “tumbas incómodas”, como la de José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange, un partido de orientación fascista. Primo de Rivera fue fusilado por los republicanos durante la Guerra Civil y también tiene una sepultura que le rinde homenaje, precisamente junto a la de Franco.

También están las sepulturas de algunos de los generales más próximos a Franco, considerados en algunos casos responsables de graves violaciones de derechos humanos y enterrados en lugares de exaltación pública.

En los últimos años algunos de esos generales, como Emilio Mola o José Sanjurjo, ya fueron exhumados y sepultados en lugares privados. Pero todavía quedan los de Gonzalo Queipo de Llano (en la Basílica de la Macarena, en Sevilla) o de José Moscardó, en el Alcázar de Toledo (donde está el Museo del Ejército y donde también está enterrado el general Jaime Miláns del Bosch, uno de los líderes del fallido golpe de Estado de 1981). EFE

El Nacional

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