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Los maras dominicanos

Los maras dominicanos

Chiqui Vicioso

La semana pasada dos jóvenes encorbatados, supuestos empleados del Ministerio de Medio Ambiente, se apersonaron, junto con una autoridad de Bonao, cuyo nombre me reservo por ahora, para solicitarle a la Federación de Campesinos hacia el Progreso que no interfiriera con sus planes de llevarse el ébano verde. Dijeron estar actuando a nombre de Orlando Jorge Mera, mancillando su memoria, pero no pudieron producir un documento que avalara la tal resolución.

Ante la firme negativa de la Federación (le lleva a un árbol de ébano verde 30 años poder reproducirse y crecer) se retiraron no sin antes proferir todo tipo de amenazas. Imagino que igual “delegaciones” del Ministerio de Medio Ambiente estarán visitando los proyectos de protección ambiental, aprovechando los ajustes que ha provocado la muerte de Orlando en el Ministerio, otra forma de asesinato esta vez moral.

Son los Maras Dominicanos, entendiendo por Maras a jóvenes mercenarios determinados a asaltar al Estado Dominicano para acumular bienes. Conocemos muchos casos de esta obesidad física e intelectual que se sustenta en viejas prácticas como el apellidismo, botellismo, arribismo vulgar, con la cual se lucran jóvenes “exitosos” cuyo único objetivo en la vida es “vivir bien”, aunque en el proceso se conviertan en los seres mas despreciables, aquellos a los cuales la ciudadanía debería escupir la cara dondequiera que los encuentre. Quizás así lo piensen dos veces antes de avergonzarnos como colectivo nacional.

Los otros Maras dominicanos por lo menos son mas brutales en su determinación de arrebatar a otros lo que asumen debería también ser suyo. Son los que supuestamente ahora aparecen en los grupos armados de jovenes haitianos que asolan la hermana nacion, según una noticia que apareció recientemente, y que según los que han sido ya interrogados afirman que hay cientos de ellos operando en Haití.

Nada que sorprenda, ya que muchos de esos jóvenes, deportados o no, por su condición de clase, color, falta de educación, nunca podrán integrarse en la dinámica social del país y si no pueden hacerlo tendrán que buscar el modo de sobrevivir a como de lugar, y donde de lugar.
Lo mismo pasó en El Salvador, donde el gobierno norteameriano deportó a 86,000 jóvenes desde sus cárceles, a un diminuto pañuelo de país que no podia asimilarlos y donde no tenían lazos afectivos y familiares de ningún tipo.

Entre los deportados habia dirigentes de las mara salvatruchas, de California y la Costa Oeste, que encontraron en los miles de huérfanos e la guerra civil en ese país su mejor caldo de cultivo. Hoy forman parte de un ejército de 300,000 muchachos con un arma letal: Su falta de miedo a la muerte. Es una pena que le toque a Bukele, otro joven de El Salvador, enfrentar ese problema.