Se recibe como una gran nota de alivio el anuncio de los países del G20 de que aportarán los fondos necesarios para financiar el acceso de las naciones más pobres a la vacuna contra la covid-19, porque de lo que se habla son de 28 mil millones de dólares, los cuales, US$4,200 se necesitan antes de final de año.

La declaración final del grupo que reúne a las veinte economías más grandes del mundo no se refiere, como se esperaba, a emitir nuevas ayudas a países en graves riesgos económicos a causa de la pandemia.

La apertura de carteras para financiar la distribución de vacunas contra el coronavirus en naciones en vía de desarrollo, a la larga ayuda a la salubridad de las naciones desarrolladas, cuyas economías no podrían aislarse de esos territorios.

Es una pena que en el G20 no se habló ni por asomo del reclamo formulado por Naciones Unidas para que los pagos de capital e intereses de la deuda externa de economías en problemas por la pandemia se pospusieran por lo menos hasta finales de 2021.

Lo que se resolutó en ese encuentro virtual fue solicitar al FMI, preparar un análisis de las necesidades de financiación externa en los países de bajos ingresos.