Opinión

Minaya: entre amigos y enemigos

Minaya: entre amigos y enemigos

Parece que hay sectores interesados en hacer saltar del puesto al ministro de la Juventud,  ingeniero Jorge Minaya, a juzgar  por los ataques  que ha recibido en los últimos días, basados, por la forma en que ha manejado la organización del Premio Nacional de la Juventud y el destinado a becas y viajes de intercambio cultural.

Según informes a los que hemos tenido acceso, ha sido todo lo contrario, pues se destaca un manejo pulcro, avalado por organismos oficiales y privados,  de esos y demás programas que ejecuta el organismo.

Lo que se afirma es que este joven funcionario  ha tenido un buen desempeño en el ministerio, lo que mortifica a algunas personas, dentro y fuera de su entorno partidario.

Sin hacer bulla ni buscar notoriedad mediática, Minaya ha venido realizando un  trabajo de fortalecimiento institucional y de ensanchamiento  de los programas y acciones dirigidas a beneficiar a  la población joven del país, incorporando a miles a los procesos de toma de decisiones en materia de políticas públicas.

Este ministro  ha concentrado su accionar en cinco grandes iniciativas: Mi Comunidad Joven, Programa de Capacitación para Empleo y Emprendedores, Sistema Nacional de la Juventud, Casas de la Juventud y Juego de la Paz.

En este contexto, en menos de un año ha logrado  cosas que podrían calificarse de extraordinarias, como la organización de 43 consejos provinciales y municipales.

En estos consejos los jóvenes interactúan con representantes de la sociedad civil y de los gobiernos central y municipal.

Otros logros que no se pueden obviar es que se trata de la primera vez que desde ese ministerio se pone en vigencia y aplica con rigor la Ley General de Juventud, cuyo objetivo es orientar las acciones del Estado y la sociedad hacia la definición e implementación de políticas para lograr la satisfacción de las necesidades y expectativas de la población joven el país.

 El ministro Minaya debe estar consciente que cuando se asumen funciones públicas se crean amigos y enemigos.

El Nacional

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