Leyes discriminatorias

La violencia contra la mujer no es fortuita y es que me tomo el tiempo siempre de pensar y volver a pensar por qué simplemente no se acaba y todo se me ensombrece cuando recuerdo que nosotros mismos somos los responsables de esta aberrante conducta que nos pisa los talones siglos tras siglos.

No puede terminarse en teoría, si en la práctica las leyes son aún más discriminatorias. El solo hecho de que una mujer no pueda decidir en su propio cuerpo es un tipo de violencia contra ella, el mundo hipócrita lo llama «preservación de la vida», pero ¿no se les quita la vida a ellas cuando les atan las manos, cuando se les coarta si quiera de pensar lo que quieren, lo que necesitan hacer con su cuerpo?

Me parece estar viviendo en el antiguo Roma donde las mujeres sólo se veían como entes reproductoras, ahora quizás no somos monedas de cambio también, para fraguar alianzas entre familias, pero sí entre la sociedad y la iglesia. Y si eso no es violencia, digame usted ¿qué será?

No es necesario ser apedreada, ni juzgada por la inquisición para vivir nuestra real condena, solo basta con mirarnos al espejo para percibir el reflejo del desamparo de nuestra sociedad, sin embargo podemos cambiar esto y quitarnos el velo de los ojos y comenzar a vernos diferentes para que otros comiencen a hacerlo, a luchar diferente y a escudarnos diferentes. Porque de lo contrario, si eso no es violencia digame usted ¿qué será?