El Ministerio Público ha recibido un estimulante respaldo por las detenciones de exfuncionarios y suplidores del Estado acusados de corrupción, pero también críticas por el procedimiento que ha utilizado para realizar los apresamientos.

Es necesario evitar, para que no pierda credibilidad, que las acciones se conviertan en un juicio mediático con revelaciones que al formularse sin pruebas solo excitan el morbo.

Si entre los detenidos hubo quienes destruían evidencias, intimidaban testigos y guardaban dinero la Procuraduría General de la República, aunque no sea lo que esté en juego, debe tener la responsabilidad de identificarlos, pero no dejar la denuncia en el aire.

Más conveniente sería que de la misma forma en que informó sobre las detenciones también lo haga sobre los motivos para encarcelar a cada uno de los aprehendidos en la operación “antipulpo”.

El Ministerio Público sabe que el caso no es de opinión pública y que tiene el reto no solo de documentar cada uno de los supuestos delitos, sino de ir más allá para no dejar ningún cabo suelto. Sobre el operativo, que tiene como punto de partida el inicio de la gestión del expresidente Danilo Medina en 2012, hay muchas hipótesis que se dilucidarán con el paso del tiempo.

Por ahora distintas entidades han solicitado que se profundicen las investigaciones para determinar si hay más involucrados en los supuestos escándalos de corrupción. También es necesario que se evite el morbo.