Los 210 kilos de cocaína incautados en el puerto multimodal Caucedo amplifican las interrogantes sobre el alarmante trasiego de drogas a República Dominicana. Las confiscaciones, a pesar de lo numerosa que aparentan, parecen un simple sacrificio del narcotráfico para colar otros cargamentos de mayor envergadura en el territorio.
Resulta más que sospechoso que frente a los frecuentes decomisos el narcotráfico, en lugar de replegarse, insista en desafiar a las autoridades con el incesante bombardeo de cocaína. La cuenta de los decomisos de un tiempo a esta parte se ha perdido.
La Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), cuya gran labor es digna de que se reconozca, necesita más apoyo o el rediseño de su estrategia para perseguir el narcotráfico. La mayoría de las confiscaciones es de drogas que los cárteles consiguen introducir al país.
Los 210 kilos incautados en el multimodal Caucedo fueron en un contenedor en que se transportaría un cargamento de cacao a Bélgica. Con cada confiscación crece la sospecha de que el narcotráfico cuenta con complicidad en organismos que tienen que ver con la seguridad o la vigilancia del territorio.