Opinión

NEURO-PSICOLOGÍA

NEURO-PSICOLOGÍA

Son muchas las personas que vienen a la consulta psicológica pidiendo que se preste ayuda a algún familiar o amigo, pero, debido a que éste se niega a recibirla, le piden al profesional que por favor “se le dé ayuda psicológica sin que la persona   se de cuenta” ¿Es esto posible? O como nos llegó la pregunta:

¿Puede un psicólogo ayudar a quien no quiere, o no sabe que será ayudado?

La respuesta es un rotundo no.

Así como un médico no intenta “adivinar” si a la persona le duele la cabeza o la espalda, sino que necesita información concreta de parte del paciente para poder establecer un diagnóstico y tratarlo, el psicólogo, de igual manera, requiere una comunicación abierta de los síntomas de la persona a tratar para poder realizar cualquier tipo de intervención.

Esto es debido a que, contrario a la creencia popular de que los psicólogos tienen una especie de “sexto sentido”, la realidad es que los tratamientos y diagnósticos psicológicos se basan en el conocimiento concreto que se tiene acerca de la conducta humana.

El paciente y sus allegados deben estar dispuestos a aportar datos a la historia clínica, y hacer memoria de sucesos relevantes que pueden ser de vital importancia para que el profesional se aproxime más al diagnostico definitivo y por tanto sea capaz de realizar la intervención adecuada.

Esto es aún más trascendental cuando el problema es  específicamente neuropsicológico, o sea, cuando se sospecha déficit a nivel cognitivo, en sentido de memoria, capacidad de atención y concentración, dificultades para entender o emitir lenguaje y asuntos relacionados. Debido al tipo de evaluación que éstos casos requieren, el individuo debe de estar dispuesto a someterse de antemano a los  diferentes test y a la entrevista inicial.

Sabido todo lo anterior, no puede descartarse un tipo de caso, que podría significar una excepción. Se trata de la persona cuya conducta manifieste “estar fuera de la realidad”, y en la que haya sospecha de algún trastorno mental que ponga en peligro su vida o la de los demás. En estos casos, quiérase o no, la persona debe ser llevada a un profesional de la salud mental. La recomendación principal es que acuda primeramente a un psiquiatra, que confirmará si se trata de un trastorno mental, y quien referirá, de ser necesario, a un psicólogo para continuar con el tratamiento.

El Nacional

La Voz de Todos