Ahora que en el país se abierto un debate sobre los feminicidios y la violencia intrafamiliar el tema de los celos y sus implicaciones neurológicas, también ha salido a flote.
De acuerdo a algunos especialistas en el tema, la respuesta de los celos aparece por un procesamiento de las señales del contexto y, mayormente, en la interacción con las respuestas emocionales de los demás.
De este modo, la persona celosa se encuentra en un círculo donde existe una continua búsqueda del engaño y la pretensión, al mismo tiempo, de no dejarse engañar. Así, al intentarse ejercer control sobre el otro, se corre el riesgo de deshacer el vínculo que se quiere mantener. Resaltándose cuando existe dependencia hacia la persona amada, inseguridad y baja autoestima.
Antes de nada, destacamos un aspecto importante: experimentar celos puede suceder tanto ante estímulos reales como potenciales (o imaginarios). Y, por si lo habías pensado, se activan áreas cerebrales similares, preparándonos como si fuésemos a ser atacados.
¿Qué ocurre en el cerebro ante los celos? A nivel neurobiológico, esta respuesta se encuentra muy relacionada con la corteza prefrontal derecha se manifiesta una vez que se ha formado el apego romántico. Informándose de que un aumento a través de las etapas de la relación se asociaba con una tendencia a la agresión interpersonal.
De acuerdo a los especialistas, no existe un circuito neuronal, como tal, que codifique únicamente esta emoción. Y, no solo esto, sino que los datos recogidos dependen de muchas variables.
Lo cierto es que sí. Las respuestas neurales en los hombres reflejan una mayor activación que las mujeres en regiones cerebrales involucradas en comportamientos sexuales agresivos, esa podría ser una razón del incremento de los feminicidios.
Después de un accidente cerebrovascular o daño en áreas del hemisferio derecho, así como en los lóbulos frontales, pueden manifestarse celos delirantes, conocidos como síndrome de Otelo.