Opinión

¡No me dejen morir!

¡No me dejen morir!

Susi Pola

Fue el ruego constante de la joven Anibel González Ureña, que no la dejaran morir. Y el vecindario escuchó como le suplicaba al feminicida,“yo te quiero, mira a tus hijas, yo te quiero, no lo hagas por favor”. Al socorrerla cuando el agresor se suicidó, también les imploró: “ayúdenme, no me dejen morir, ayúdenme por favor”. Pero el sistema social entero le falló a Anibel.

La familia, por ser la red más cercana a las víctimas debería conocer el fenómeno de la violencia de género contra la mujer y en ese sentido, debería ser informada meticulosamente sobre el riesgo que corre su pariente durante el proceso que se siga, desmontando mitos y aclarando conceptos errados.

(El padre de Anibel, en las declaraciones ante la prensa, alega el descuido de ella y la bipolaridad del feminicida, con una resignación conmovedora, que no ayuda a nadie).

El sistema formal le falló a esta muchacha que, de acuerdo a todo lo comentado por su entorno, tenía muchas ganas de vivir, se preparaba para eso y era una luchadora. Sin embargo, pese a que existen resoluciones que prohíben los acuerdos entre víctimas de violencia de género contra las mujeres y sus agresores, debido a la desigualdad terrible que existe para eso, el Ministerio Público, lo apoyó.

Una parte de este error de vida y muerte, tiene que ser reparado aplicando las consecuencias de lugar al personal que minimizó los riesgos, a pesar de tratarse de un agresor que había intentado matar a la víctima en 2017, infiriéndole 7 puñaladas, delante de sus tres hijas pequeñas, inequivocables antecedentes de que era un feminicida.

Ese personal colocado en el sistema de atención a estas violencias, desconoció, además, la inutilidad de las Órdenes de Protección como escudo para las intenciones criminales reflejadas en aquel primer intento. Y peor, no investigo  Y fallaron los espacios del sistema de atención: autoridades de la justicia, M. Público, Juez de la Ejecución de la Pena, autoridades del régimen carcelario, el 911, etc., mostraron que no hay coordinación de esfuerzos y que la vinculación ideal, no se realiza.

Faltan recursos de todo tipo para que todas las personas que están en la ruta de la atención a la violencia basada en el género contra las mujeres, incluyendo la sociedad, formen una verdadera cadena de protección a la víctima.

¿Cuántos imputados por tentativa de feminicidio hay en las cárceles dominicanas? ¿Qué seguimiento hay de estos casos? ¿Qué conexión existe entre los diferentes puntos del sistema de atención? ¡Ojalá que las dominicanas no sigan suplicando que no las maten!

El Nacional

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