Antes de yo partir hacia Nueva York, el exsecretario general del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Lidio Cadet, nos dijo que: “en República Dominicana no existe Dios”. Pero parece que a décadas, el Ser Supremo, no se ha apiadado de los dominicanos.
Por lo que vemos, en este gobierno del cambio, continúa ausente; no ha acudido en ayuda de nuestros gobernantes para que hagan un buen gobierno a favor de los desposeídos. Nuestro Dios de occidente hizo caso omiso a la queja de Cadet, que difundimos por un noticiario televisivo de esa época.
Sin embargo hoy en un programa de entretenimiento meridiano, el Show del Mediodía, con solo sus conductores y otros decir que: “la gloria es de Dios”, suele aparecer y obrar para que médicos, políticos, empresarios, y otras personalidades, socorran a enfermos y pobres de solemnidad.
No solo se ha sido mezquino repartiendo un poco de felicidad y alivio a cuentagotas a un reducido número de pobretones; además hizo que el presidente Luis Abinader se ahogara en lo que prometió, cuando dijo: “yo no soy Dios”.
No le advirtió al mandatario que el problema del país no le compete a ninguna deidad, sino a los políticos.
Tampoco le previno que, un cambio es una cosa seria, que habría de cambiarse la estructura político-económica; no gobernar con dinastías familiares ni exclusividad empresarial ni de popis y mucho menos marginando a dirigentes y militantes de las bases.
Que es una quimera proclamar que haría un gobierno diferente manteniendo el modelo tradicional, aunque con otro estilo.