Editorial Opinión

 Ominosa señal

 Ominosa señal

La vicepresidenta Raquel Peña ha advertido que serán sancionados, “sin importar quienes hayan sido”, los responsables del desorden mayúsculo escenificado la madrugada del domingo durante una fiesta de Halloween en la Ciudad Colonial.

Al revelar que el director de la Policía dispuso una investigación en torno a ese suceso, la vicepresidenta reveló que la institución ha intervenido más de mil “teteos” o festejos en la vía pública durante las últimas semanas, al reiterar que las autoridades no permitirán que se repita lo ocurrido en el centro histórico.

Centenares de jóvenes se congregaron en los alrededores del parque Duarte del casco colonial donde se escenificaron actos de vandalismo que incluyeron destrozos de automóviles, violación de domicilios, disparos al aire, lanzamiento de basura en las vías públicas, entre otras tropelías.

Lo revelado por la vicepresidenta Peña, de que la Policía ha intervenido más de mil escenarios de “teteos”, constituye un motivo de preocupación por la creciente tendencia de grupos juveniles de asociar la diversión con el desorden, violencia y consumo de drogas, lo que representa una ominosa señal.

No se exagera si se vinculan los desórdenes en la zona colonial y los centenares de “teteos” confrontados por la Policía, con los tóxicos mensajes que se divulgan por las redes, pero sobretodo, con la baja calidad de la educación pública que en vez de moldear ciudadanos, se ha convertido en factoría de enajenación y de violencia.

La Constitución consagra el derecho a la diversión y al ocio, pero tal parece que un segmento importante de jóvenes y adolescentes padecen de intoxicación por ingesta de antivalores que los invalida para disfrutar de cualquier celebración sin poder desvincularse de la inconducta.

Tiene razón la vicepresidenta al afirmar que en la fatídica celebración del sábado y madrugada del domingo en la Ciudad Colonial “definitivamente se falló”, por lo que la investigación iniciada por la Policía debe identificar a los responsables de ese desorden, incluido el propio cuerpo del orden que no acudió a tiempo para sofocarlo.

Para liberarla del veneno que incita a la violencia, drogadicción, alcoholismo, libertinaje sexual, enriquecimiento ilícito y otras falencias éticas y morales, la juventud dominicana requiere del antídoto que provee la educación, capacitación, empleo, emprendimientos, arte, cultura, deportes y fortaleza del fuero familiar.

El Nacional

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