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Lukács explica que “la realidad objetiva del ser social es, en su inmediatez, ‘la misma’ para el proletariado que para la burguesía, un sujeto que realmente existe y se encuentra siempre ante un mundo objetivo que existe con independencia de él, y es siempre el producto de éste, nunca el principio creador de su totalidad [aunque] puede obrar a su vez ‘sobre el mundo objetivo’, transformándolo y produciendo novedad, siempre que capte adecuadamente el En-sí de ese mundo)” (Op. cit.). Mir, como Marrero, produjeron en “Hay un país en el mundo” y “Over”, respectivamente, vivos retratos de la profunda transformación y toma de conciencia del trabajador de la caña a través de imágenes poéticas y de una onto-experiencia narrada, las cuales representan la inmanencia de un mundo existente, de un mundo y un submundo que reflejan una totalidad.
En mi trabajo sobre el poemario «Vivir» de Norberto James, escribí sobre la importancia del “cocolismo” como sujeto de una “representación consciente de la realidad” (Lúkács), debido a que fundó uno de los movimientos migratorios más importantes acaecidos en el país a finales del Siglo XIX y comienzos del XX.
Este “cocolismo” nació de una oleada de isleños procedentes de las islas Bahamas, San Cristóbal y Nieves, Dominica, Antigua, Anguila, San Vicente, etc., motivada por los propietarios norteamericanos de los ingenios azucareros establecidos en la región Este -encabezados por William Louis Baas-, que requerían técnicos, obreros industriales y braceros con experiencia en el corte de la caña… y el plus de que hablaran inglés.
Podría apoyarme en la Tesis II de Louis Althusser (“Posiciones: Marxismo y lucha de clases: A propósito de la ideología”) y su planteamiento de “la existencia material de la ideología”, para exponer la importancia que requiere para el escritor reproducir, más allá de la mimesis, la realidad objetiva de lo que ve a través de lo que siente, como reprodujo Pedro Mir la vida del ingenio y su geografía en “Hay un país en el mundo”, y lo que retrató Marrero Aristy en “Over”, filtrado desde la angustia existencial de su yo-narrante.
Tanto Mir como Marrero evaden en sus poéticas la teoría de Platón de una “poesía de inspiración divina como garantía de verdad” (“Fedro, Apología de Sócrates, Leyes y Menón”).
Fue en el ambiente de la explotación obrera del ingenio azucarero donde estos escritores llegaron a un estado de creatividad capaz de producir estas obras; justo allí en donde se manifestaron las primeras señales de conciencia de clase obrera en el país, y donde se produjeron los primeros síntomas de una praxis socialista revolucionaria, constituyendo este fenómeno un ingrediente altamente significante para que trabajadores culturales como ellos presionaran sus emociones eufóricas.
Por eso, precisamente por eso, no habría que bucear mucho para determinar que “Over”, al igual que “Hay un país en el mundo”, es un texto literario nacido de las presiones concretas de una época que, aún hoy, se reproduce con las mismas características de exclusión y humillante explotación.