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Palitos contra la IA

Palitos contra la IA

Luis Pérez Casanova

La verdad es que las elecciones municipales, congresuales y presidenciales en República Dominicana están lejos de ser alcanzadas por el virus de la inteligencia artificial (IA) o la desinformación que ha generado tanta alarma en países desarrollados y en organizaciones internacionales.

Por una razón muy simple: en los certámenes se utilizará el conteo manual, que fue tan objetado por la oposición, que llegó a calificarlo como un retroceso en la era de la tecnología, y no el moderno sistema digital.

Sobre el conteo manual se habló hasta con ironía de retornar a los tiempos de los palitos, porque el sistema había que denostarlo para resaltar cierta superioridad intelectual.

En cuanto a la desinformación para manipular el proceso es muy difícil que por aquí prospere o surta los mismos efectos que en aquellas naciones en las que los electores son tan indiferentes a las votaciones. Si bien en los últimos torneos se ha reducido la tensión y la violencia, las campañas electorales han sido batallas campales en las que siempre ha corrido la sangre. Las exhortaciones a un debate cívico, que privilegie las ideas y no los denuestos, no han surtido el menor efecto en la población.

Que se pueda emplear algún algoritmo, la herramienta tecnológica con que dijo Leonel Fernández se le escamoteó la candidatura presidencial en las primarias de 2019 en el PLD para favorecer a su contrincante Gonzalo Castillo, no garantiza que se alterarán los resultados de las votaciones. Con el voto manual se reducen a cero las posibilidades de que se repitan fallas electrónicas que lleven al trauma de la suspensión de los comicios, como ocurrió en las votaciones municipales de 2020.

La IA y la desinformación no son sinónimos. La primera puede ser una buena base si se usa en apoyo al trabajo y el progreso. Pero la segunda no hay manera de justificarla, porque su utilización es esencialmente con propósitos fraudulentos.

Los medios de comunicación, que suelen ser los principales canales de difusión de las noticias falsas y en ocasiones hasta los creadores, tienen, si quieren, recursos más que suficientes para contrarrestarlas.

A los palitos y los diques que en países como República Dominicana se levantan contra la desinformación hay que agregar a una opinión pública que a través de las redes sociales también se ha empoderado. Ya no se conforma con lo que le digan, sino que interactúa en el debate de los problemas.

Existen muchas otras razones que descartan que puedan incidir en la variación de los resultados y hasta en la misma campaña electoral el uso avieso de la IA o esa ola de falsos rumores que hoy es la desinformación.