Como respuesta a los ensayos rusos nucleares con misiles y drones submarinos, el presidente Donald Trump ordenó que Estados Unidos retome las pruebas atómicas, paralizadas desde hace más de 30 años, lo que pone en vilo al mundo ante el intercambio de amenazas con detonar armas nucleares.
El presidente Vladimir Putin había anunciado que Moscú probó con éxito misiles nucleares con capacidad de desplazamiento de decenas de miles de kilómetros, ante lo cual Trump instruyó al ejército estadounidense reanudar ensayos atómicos, que incluiría un sistema de antimisiles espacial que tendría un costo de 175 mil millones de dólares.
Washington y Moscú advierten mutuamente que volverían a realizar pruebas con armas de destrucción masiva, al punto que Putin ha dicho que considerará al Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, como “papel mojado”, si Estados Unidos reanuda sus pruebas atómicas.
A ese crujir de dientes se agrega la decisión de la Unión Europea de incrementar el presupuesto militar hasta el 5 % de su Producto Bruto Interno (PIB), lo que significa el gran renacer de la industria armamentista, con la renovación de arsenales de Alemania, Francia e Italia entre otras potencias continentales.
En un abrir y cerrar de ojos, la otrora vía de diálogo entre Estados Unidos y Rusia, que tuvo sus mejor momentos en el encuentro en Alaska entre Putin y Trump, parece cerrada abruptamente para dar paso a un discurso guerrerista, que aleja la posibilidad de que se concerte un cese al fuego en la guerra ruso-ucraniana.
El presidente de la Duma Estatal, Viacheslav Volodin y el ministro de Defensa ruso, Andrei Belousov, recomendaron a Putin “comenzar de inmediato los preparativos para las pruebas nucleares a gran escala”, que podría incluir la detonación de una cabeza nuclear en una zona del archipiélago del Círculo Polar Ártico.
La sola posibilidad de que Estados Unidos y Rusia deroguen el Tratado de no ensayo atómico, firmado en 1996, motiva al liderazgo internacional a literalmente llevarse las manos a la cabeza, más aun cuando el conflicto de Ucrania ha llevado a Europa a involucrarse en una loca carrera armamentista.
Los gobiernos de Trump y de Putin confrontan dificultades económicas y de gobernanza a nivel interno y un entorno internacional matizado por la incertidumbre comercial y geopolítica, por lo que se debería tomar muy en serio el intercambio de amenaza nuclear entre Rusia y Estados Unidos, más aún porque Trump y Putin han demostrado tener los juegos muy pesados.

