Cuando están fuera del Gobierno se le echa de menos, cuando están en el poder se le deplora. Es lo que se dice del PRM (PRD), y en estos tres años se confirma el aserto. La incertidumbre frente a la Administración actual del Estado es palpable a pesar del impresionante legado de muchos servicios públicos funcionales y que hoy tienen un deterioro alarmante.
Tenemos un Gobierno elefantiásico, deficiente, con poco nuevo en concreto, y la mejor manera de comprobarlo es que la propia militancia se quita de encima, reconoce con su voto el fracaso de las gestiones edilicias de Santo Domingo Este y Oeste y le dice no a su re postulación con una abstención verdaderamente histórica en las primarias de un partido en el poder, una más que sobrada prueba de que se manda a una rectificación. Pero así anda el país y han preferido reaccionar a las presiones acuciantes sometiéndose al marco más fácil y relajante de atender las quejas a papeletas limpias.
A todos los fracasos y errores la solución es el dinero creando episodios que hacen dudar de una coexistencia pacífica con el pueblo que gobiernan. Aún así parece que los núcleos de votantes no están dispuestos a franquearle el acceso de nuevo vía la reelección, y como tal la oposición no se ha ahorrado críticas severísimas contra la ineptitud.
Toda la ayuda que sale del Gobierno es señalada como de uso político, le falta espontaneidad en la solución, no hay sensibilidad y el “cambio” se ha quedado en retórica y complicidad: empleados deshonestos evidenciados y no castigados, servicios públicos como el Metro, salud, educación, costos de alimentos, medicamentos y combustibles agravados; más de 700 escuelas en construcción con lentitud ominosa, el agua potable con deficiencias, baja infraestructura, deuda externa, en fin, el PRM luce entrampado en sus propios errores para quedarse, y más con la alta densidad criminal que afecta la confianza ciudadana.