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Pequeño genio

Pequeño genio

Pedro P. Yermenos Forastieri

El lugar donde labora su mamá organizó un programa para que los hijos de sus colaboradores que reunieran ciertas características realizaran, en la sede de la institución, una especie de entrenamiento que, durante su período de vacaciones, contribuyera a desarrollarles determinadas destrezas que les sirvieran en sus vidas de adultos.

Apenas saberlo, la progenitora se interesó en que su vástago fuera uno de los beneficiarios y aplicó con la esperanza de que resultara agraciado.

Estaba consciente de que él, no solo necesitaba una experiencia como esa, sino que, lo más importante, podía terminar siendo una de las sorpresas más impactantes de la creativa actividad. Ella conocía bien a su pupilo y apostaba a que la entidad reconocería su acierto en caso de ofrecerle la oportunidad.

Se puso feliz cuando recibió el aviso de que, al cabo de una semana, Cristóbal la acompañaría cada mañana a su trabajo por un período de tres meses.

En esos días previos se dedicó a darle una inducción sobre la institución, sus orígenes, su organigrama, sus competencias y, de manera especial, del departamento donde ella desempeñaba sus funciones. En la víspera del inicio, el joven dominaba los rasgos constitucionales, legales, el organigrama y los más pequeños detalles del organismo, con mayor propiedad que muchos de sus más añejos servidores.

Apenas incorporarse, todos quedaron asombrados. Lo mismo sus compañeros de jornadas, como el personal con el cual interactuaba.

Se trataba de una magistral cátedra la ofrecida cada vez que tenía la ocasión de responder preguntas o cuando intervenía a propósito de cualquier asunto. Pocos estaban provistos de la necesaria capacidad para comprender sus argumentos, pero nadie dudaba de la profundidad de los mismos. Estaba revestido de lógica lo que decía, pese a sus sorprendentes justificaciones.

Su mayor inteligencia era matemática, y su auténtica pasión, al punto de atribuirle ser el lenguaje de Dios. Casi todas sus explicaciones de diversos aspectos, se fundamentaban en esta ciencia. Sus ídolos eran grandes personajes de esta rama creadora de tantas frustraciones.

Pese a su especialidad, no era su exclusiva competencia. En filosofía, pocos podían asemejarse. Se ufanaba de conocer a Immanuel Kant y exponía diferencias entre Crítica de la razón pura y de la razón práctica. Del prusiano pasaba a Platón, Aristóteles. En la música, su favorito era Liszt.

Su madre ganó la apuesta. A final, todos estaban entristecidos por no continuar disfrutando de la sapiencia de este pequeño genio.