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Sin embargo, en las memorias, en la autobiografía que José Peralta-Michel ha editado como «Las décadas de mi vida [Memorias imperdibles]» (Editorial Búho, octubre 2014), el fenómeno de la ofuscación sobre lo acontecido, sobre los recuerdos que mortifican como pesadillas y punzan constantemente el pasado para tornarlo presente a través de nostalgias y pesadumbres, no ha sido evadido.
En estas memorias, Peralta-Michel teje un lienzo donde plasma (en una linealidad que asombra) las escenas de su vida, enraizadas en una enorme tela donde confluyen y superviven los momentos de placidez, euforia, aprendizaje, dolor, afecto y gozo vividos; todo desde una sonora secuela de llantos y risas, hasta los instantes en que hubiese preferido ser otro, un tercero aposentado en espacio ajeno; pero que no pudo evadir porque la responsabilidad contraída consigo mismo no podía ser traicionada.
En 1819, el filólogo alemán Johann Carl Simon Morgenstern acuñó el término «bildungsroman» para definir la «novela de aprendizaje»; es decir, la narración novelada donde el personaje problemático de la historia atraviesa los momentos cruciales de su maduración: la travesía desde la infancia a la adolescencia y de ésta hasta su entrada a la madurez.
Morgenstern tomó de ejemplo para su teoría la segunda novela de Johann Wolfgang Goethe, «El Aprendizaje de Wilhelm Meister», publicada en 1796. A partir de esa noción, nació la «bildungsroman» como un subgénero narrativo. Y apunto esta teoría de Morgenstern, porque aunque las memorias y las autobiografías literarias parecen gemelas, ambas difieren en sus evocaciones.
Las memorias, generalmente, recurren a episodios del narrador, mientras que la autobiografía penetra regularmente en la vida (summa vita) del biografiado.
Peralta-Michel, en el texto, no sólo organiza un recuento memorial, sino que rastrea los límites de los contextos de aquello que vivió y lo escudriña para ir más allá de su memoria e internarse —como en la «bildungsroman»- en una desapasionada historia de su vida década por década a partir de 1933, año en que inicia su historia.
En las nueve décadas que conforman esta memoria-autobiografía-crónica-historia-legado, José Peralta-Michel explaya sus recuerdos hacia una «bildungsroman», porque narra sin tapujos los episodios de su formación y recurre a la investigación de su propia biografía para dejar constancia de por qué nació con los apellidos que lo han acompañado en la vida, así cómo aconteció su llegada a Constanza a través de una convergencia de factores existenciales.
Peralta-Michel reconstruye para sí la esencia de la «Segunda Intempestiva» de Nietzsche («De la utilidad y los inconvenientes de la Historia para la vida», 1874), donde afirma que es «imposible vivir sin olvidar»:
«El hombre puede establecer tres modalidades de vinculación con el pasado, que deben hallarse en equilibrio: puede usarlo como ejemplo para su actividad y su lucha; puede preservarlo y admirarlo como una pieza de museo; puede sufrirlo con dolor y necesitar, por ello, olvidarlo. De estas tres formas de relación se desprenden tres tipos de historia: la historia monumental, la historia anticuaria, y la historia crítica» (Op. Cit.).