Opinión

Perfil sospechoso

Perfil  sospechoso

Hace unos días, el jefe de la Policía Nacional informó a la ciudadanía que miembros de esa institución procederán a detener conductores de motocicletas que tengan perfil sospechoso, sin definir cuáles son las características de esa subjetiva descripción, aunque poca falta hace porque todos sabemos lo que ese sin sentido significa.

No me parece que pueda existir una demostración más elocuente de ausencia de institucionalidad que una afirmación de esa naturaleza. A partir de una acción tan descabellada, no se detendría a alguien por una violación específica de las leyes, o por una investigación en curso, sino en función de su apariencia personal bajo el científico criterio de quien la ejecute.

Es obvio que estamos en presencia de un concepto selectivo, antojadizo, creado sobre bases caprichosas, distorsionadas y prejuiciadas. Lo sospechoso deviene de la asignación de valía personal resultado de una construcción social y política en función de intereses concretos, donde la pobreza y la negritud son factores determinantes.

Un perfil así, al mismo tiempo genera su opuesto, el perfil positivo, que está libre de toda sospecha, que se configura en función de poseer características contrarias al anterior. Si se ofrece denotación de buena posición económica, si se es blanquito, se recibe el beneficio de una atribución gratuita de honorabilidad que sirve para abrir puertas, privilegios e impunidad.

Nada más absurdo que eso, con la agravante de que en múltiples ocasiones la verdad es lo contrario de esa clasificación perniciosa. Con frecuencia, detrás de la ropa de marca, del perfume exquisito y de esas valoraciones pueriles, se escuda una delincuencia mayor, aquella que resulta onerosa al patrimonio público, porque esa no se transa con minucias, centavos, ni baratas cajitas navideñas.

Con esa hay que pactar contratas; concesiones; permisos y licencias; comprarle millones de pesos en improvisadas ventas de mercancías a través de compañías constituidas con prisa para aprovechar oportunidades fabulosas.
En ese contexto, ¿quién puede mencionar la palabra igualdad, dónde va a parar la banda que cubre los ojos de una diosa para atestiguar la supuesta ceguera de quien no debe reparar ante la condición del justiciable?.

Alegar que un esfuerzo tesonero abre un mundo de oportunidades capaz de alcanzar cualquier meta, es burla inaceptable ante quienes padecen la furia de una autoridad que se ceba contra ellos a partir de un perfil artificial que sirve para justificar su existencia y ocultar la incapacidad de llegarles a todos por igual.

El Nacional

La Voz de Todos