Estaba feliz por viajar a la isla caribeña que tanto le gusta. El motivo lo ameritaba. Se casaba un querido sobrino con su maravillosa pareja que tan buenas perspectivas permitían albergar.
La boda fue un éxito: Alegre, festiva, cálida, proporcional a lo que de ella se esperaba. La tía, igual que otros concurrentes, disfrutó a plenitud.
La dicha terminó días después. Le habían comentado de la epidemia que afectaba la población, pero su actitud positiva le hacía decir que ella se libraría. No fue así. No solo la atrapó, sino de peor manera porque el asunto derivó en neumonía y derrame pleural bilateral, según diagnóstico de especialistas.
En la primera emergencia que acudió recibió buen trato. El inconveniente surgió cuando supieron que no había camas para el internamiento y no podía amanecer en la camilla donde la atendían. Al filo de la medianoche le informaron que había una suite disponible, lo que resultó no ser cierto.
Cuando recibió los detalles de la admisión, le sorprendió cuando le dijeron que solo se permitía cambiar si era de una habitación más económica a otra más costosa, pero lo contrario no estaba permitido.
El familiar que le acompañaba se trasladó en la ciudad intentando encontrar otro centro que la acogiera. En el siguiente, al mostrar estudios y analíticas realizados en el anterior, dijeron que se trataba de paciente para UCI y no disponían de espacio en esa área.
En la tercera posibilidad, siendo casi las tres de la madrugada, podían recibirla. El familiar fue a buscarla. Al regresar, le exigieron un depósito de casi dos mil dólares como condición para internarla.
Unas dos horas después estaba instalada en una habitación. Fue progresivamente mejorando hasta que al cuarto día recibió el alta.
El médico tratante exigió altísimos honorarios profesionales que debían cancelarse en efectivo antes de la salida.
Durante los trámites del cálculo del costo de la clínica, fueron a retirar controles de aire, televisión, más llave.
Cuando avisaron que la cuenta estaba lista, la paciente continuaba con la vía de aplicar medicamentos abierta. Evidente que se trataba de mecanismo para retenerla mientras no se saldara.
Al acudir su pariente al lugar de pagos, dijeron que del depósito sobraron 150 dólares. Que el reembolso lo harían en una semana a través de un cheque.
Entonces le permitieron partir, mejor físicamente. Entristecida por las deshumanizadas condiciones en que operan lugares que deben ser lo contrario.