Al igual que ocurría en el pasado cuando iniciamos nuestro estudio de comunicación, al inicio de la década de los años 80, para los pensadores de esa época y ahora me dio cuenta que para los modernos sigue siendo igual, la sociedad en la que nos encontramos y en la que continuaremos avanzando en los próximos años está enormemente influida por los medios de comunicación.
Así, recibe comúnmente el apelativo de «sociedad de la informació», pues este fenómeno, que ha convertido el mundo en una aldea, y que me perdone McLuhan.
Tomando como base de la comunicación la presencia de un emisor, un receptor y un mensaje, parece claro que éste puede ser objeto de manipulación, o de influencia.
Si lo que describimos o hacemos saber no es verdad, o al menos no es del todo cierto, la percepción de quien lo descubre quedará desfigurada, salvo que pueda tener posibilidad de contrastar el mensaje recibido por otros medios.
Los medios de comunicación social, los sistemas de telecomunicaciones, plataformas digitales, redes sociales, pueden llegar a influir y dominar a un grupo social, de manera que moldean sus pensamientos al extremo que le instruyen de manera indirecta sobre lo que deben consumir.
Pueden hacerlo y, lo que es más importante, en este mundo en el que prevalece el citado concepto de la aldea global, ya lo están haciéndolo.
El dominio de quienes manejan los medios sobre las decisiones de los consumidores de mensaje es claro e incuestionables.
Para algunos autores, la manipulación de la información puede realizarse de modo parecido al que se realiza la propaganda política, exaltando valores o personas, mientras que para otro grupo su papel es simplemente desinformar.
Todos estos casos los vamos a ver en la medida en que se acerca la campaña electoral del próximo año, aquí somos buenos en eso, y cuando no, importamos cerebros capaz de hacer eso y más.