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Popularidad frágil

Popularidad frágil

Manuel Fermín

El proceso electoral del 2024 tiene una especial trascendencia política: buscar una reelección presidencial con escasa ejecución, y para ello se ha estado generando un nuevo espacio mediático electoral que es el de llevar a las portadas hechos irrelevantes y también intrascendentes para obtener el voto.

El presidente Abinader parece diseñar su gobierno a que cuantas más sean las circunstancias, mejor, pues le permite salir en todas las fotos de portadas y titulares de medios. Si son eventos con damnificados, mucho mejor, porque necesitan del mayor apoyo y él y el Gobierno se disponen a ofrecerlo todo, sin freno; y más: hacerlo presencial.

En todos estos actos de carácter oficial y privado -el afán de novedades hace ver estos últimos como oficiales- la figura del Presidente aparece como el gran solventador de los problemas. Su mandato viene caracterizándose por una presencia en todo a lo que es invitado, no importa lo nimio o ligero, y los medios se ven obligados a brindarle su “cara amable” al mandatario.

Hacer política para lograr titulares porque hay como cierto nerviosismo en el cuerpo dirigente del PRM y el Gobierno, como si dijeran “no pinta bien” el panorama electoral, subyace en todo esto lo que es una estrategia de campaña electoral frágil que se ha iniciado con el esquema de gobierno coloquial adoptado desde el inicio del proceso gubernamental.

Pero el desempeño oficial que viene escoltado por el estigma de “buen opositor y pésimo gestor”, con un pobre resultado del gasto público eficiente y la fuerte maquinaria burocrática que se ha convertido en una mina a cielo abierto para el partido oficial gracias a un endeudamiento público peligroso, más la marea inflacionaria y delincuencial aumentan el riesgo de un tropiezo electoral.

Insisto, y es cierto: los miles de promesas que serán reclamadas en 2023; el súbito interés por la transparencia aminorado para dar credibilidad a la lucha contra la corrupción, y vista la memoria de pasadas decepciones terminarían desmoronando el “cambio”.