¿Qué Pasa?

¿Por qué tus hijos no deberían usar el móvil antes de dormir?, ¡Descúbrelo aquí!

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Estar conectado hasta altas horas de la madrugada altera los ritmos de sueño, lo que puede producir insomnio e incluso desencadenar obesidad o diabetes. Este fenómeno tiene un nombre: vamping

Que una conducta sea habitual y esté normalizada no quiere decir que sea adecuada. Ocurre con muchos comportamientos que afectan, sobre todo, a nuestra salud. Y el vamping es uno de ellos. Consiste en navegar por internet y chatear durante la noche, antes de ir a dormir, reduciendo así el número de horas de sueño. Un fenómeno que afecta por igual a adultos, niños y adolescentes pero que en los más pequeños puede tener consecuencias más graves que repercutan en su salud y en su desarrollo académico.

Según refleja un estudio realizado por Common Sense Media en Estados Unidos y México, el 70% de los niños y adolescentes se mete a la cama con el teléfono móvil en la mano. Una práctica que implica, además, revisar las notificaciones en mitad de la noche, cuando se desvelan o no pueden conciliar el sueño. Los expertos ya alertan de las consecuencias que puede tener este fenómeno en la salud y por eso Orange ha querido poner el foco en él, en el vamping, dentro de su campaña Por un uso Love de la tecnología, un espacio que busca concienciar a mayores y pequeños sobre la importancia de utilizar de forma segura y responsable los dispositivos y herramientas digitales, así como sobre las consecuencias de un mal uso.

Doctora Ángela Milán: “El aprendizaje se puede ver alterado”

Entre las consecuencias del vamping, alertan los expertos, podrían estar la alteración de los ritmos de sueño. La explicación estaría en la luz azul que emiten los dispositivos móviles en la penumbra, que confunde a nuestro cerebro, haciéndole creer que todavía es de día, y bloqueando así la producción de melatonina, una hormona que nuestro cuerpo segrega unas dos horas antes de dormir y que contribuye al descanso. Así lo alerta la doctora Ángela Milán, neuróloga de la Unidad del Sueño de la Clínica Universidad de Navarra (CUN): “Si utilizamos aparatos electrónicos con luz, el cerebro entiende que aún es de día y no segrega esta hormona, ya que la luz detiene la producción, por lo que retrasamos el inicio del sueño y dormimos menos horas, lo que llamamos insomnio tecnológico”.

Robar tiempo al sueño implica, por lo tanto, estar más cansados durante la mañana. Algo que repercute negativamente en cualquiera de nosotros, y que en los más pequeños supone que no son capaces de prestar atención en clase, lo que hace que el desgaste mental y físico sea aún mayor. Como consecuencia, una menor y peor calidad del sueño incide directamente en una bajada del rendimiento académico y una ralentización del aprendizaje.

SISTEMA INMUNE MÁS DÉBIL

Esta falta de sueño incide también en nuestras defensas, que pueden bajar, ya que el insomnio y el cansancio afectan al sistema inmune, reconoce la doctora Milán. Pero además, advierte, también fomenta el sobrepeso y la diabetes, ya que se ha demostrado que “altera la regulación de la insulina y aumenta el riesgo de desarrollar una diabetes”.

La alteración en la segregación de melatonina influye, además, en el apetito, ya que la falta de esta hormona indica a nuestro cerebro que todavía debemos seguir activos y, por lo tanto, reactiva la producción de neuropéptidos, algo que “estimula nuestro apetito y la apetencia por alimentos más grasos y dulces”, explica la doctora María Alija, endocrinóloga pediátrica de la CUN. Y como consecuencia, tenemos más hambre y esta solo se sacia con alimentos poco recomendados y que pueden llegar a producir obesidad.

Por ello, es conveniente inculcar a los más pequeños una cultura de consumo de móviles y tablets que abogue por desconectarlos un rato antes de dormir. Así, nuestro cerebro no recibirá estímulos minutos antes de meternos a la cama, comenzará a producir melatonina y será más sencillo conciliar el sueño y evitar, por tanto, todas las consecuencias negativas derivadas de esta alteración.

Por: elmundo.es

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