Aquí, en los últimos años cada vez hay más hombres jóvenes que se interesan por saber acerca de los movimientos sociales que reivindican los derechos de las mujeres y conocer nuevas opciones de masculinidad. Un buen número de hombres jóvenes rechazan el modelo de masculinidad machista y quieren cambios.
Los cambios en las relaciones de género se notan y afectan la vida en general, sin embargo, no es suficiente porque, como dijera uno de los organizadores del Foro Hombres por la Igualdad”, en Sevilla, España, Hilario Sáez Méndez, en octubre del año pasado, el camino a la igualdad es diferente para hombres y para mujeres, ya que partimos de posiciones desiguales.
El caso es que, como dice Sáez Méndez, para los hombres estos cambios se generan más de fuera hacia adentro, con lo que, tardarán más en asumirse como personales y colectivos en las relaciones de poder basadas en el sometimiento y la jerarquía, aunque se irán incorporando a una modificación en el modelo hegemónico de masculinidad.
En nuestro país, está sucediendo, y al menos, el privilegio masculino y la estabilidad que producía ejercerlo, se ha resquebrajado y, hoy por hoy, esos acomodados hombres que exhiben las prerrogativas machistas, se ven tremendamente ridículos e impostores para una buena parte de esta juventud.
Estos jóvenes varones cuestionan directamente al posmachismo dominicano, entendiéndolo como la estrategia que adoptan los masculinos emblemáticos, los que están en el poder, los que tienen intervenciones públicas lamentables cuando refieren las relaciones basadas en el género, con la intención de perpetuar la práctica social patriarcal.
Como el senador que defiende menos penas para la violación sexual en el matrimonio. O el diputado que refirió la orientación sexual de las personas como un “gusto”. O, impedir que una de las representantes de la Coordinadora Nacional, la Coalición por Una Seguridad Social Digna, Movimiento por las 3 Causales y otros, entre al palacio porque se cuestiona la vestimenta de las mujeres que allí van. Y muchos etcéteras más.
O, también, como los crímenes de violencias contra las mujeres y las niñas que involucran a tantos funcionarios, electos o puestos, que demuestran la indiferencia y doble moral de las organizaciones político partidistas que, en sus discursos, explotan la imagen de las mujeres porque significan el mayor porcentaje de sus votantes, pero en la dicotómica práctica, mantienen todo igual.
Los partidos políticos van perdiendo fuerza moral frente a la juventud masculina y femenina dominicana porque la política, ¡también es un tema de género!