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Presencia economica

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Calificando empresas

 

Aristóteles, renombrado pensador griego que vivió entre los años 384 y 422 antes del nacimiento de Jesucristo, expresó palabras tan objetivas como las siguientes: “Es de importancia para quien desee alcanzar una certeza en su investigación, el saber dudar a tiempo.” Por eso la prudencia nos convoca a analizar el papel de las empresas calificadoras de riesgo.

Los mercados internacionales siempre toman en cuenta sus opiniones, los gobiernos de los países cruzan los dedos en espera de una buena aprobación, en tanto que cada vez más se levantan voces demandando la necesaria regulación de las famosas empresas calificadoras de riesgo.

El concepto “riesgo país” ha pasado a ocupar un lugar protagónico dentro de los movimientos de capitales en la era de la globalización financiera, pues los inversores internacionales están muy interesados en saber si su dinero se encuentra a buen resguardo.

Las empresas calificadoras de riesgo deben de estudiar el desempeño económico de un país y emitir opiniones en torno a su capacidad financiera para asumir el cumplimiento de sus obligaciones externas ante los inversionistas que compran bonos soberanos o cualquier otro instrumento de deuda.

Por eso, cuando las citadas compañías rebajan la calificación de la deuda de un país a éste le resulta más caro pedir prestado en los mercados. Y es que el peso psicológico de esa opinión gravita sobre la imagen internacional de la economía evaluada.

Hay quienes otorgan a las opiniones de las calificadoras una credibilidad semejante a la palabra de Dios, siempre y cuando semejantes “sentencias” de evaluación crediticia no afecten la imagen del gobierno beneficiario.

Aunque en el mundo alrededor de 140 calificadoras de riesgo –según refiere el Banco de Pagos Internacionales, con sede en Bruselas, Bélgica-, lo cierto es que las siguientes son las que gozan de reconocimiento en los mercados financieros internacionales: Moody’s, Standard and Poor’s y Fitch. El citado triángulo de empresas calificadores es de factura norteamericano.

Se recordará que tras la crisis económica mundial (2008-2009) la imagen de esas calificadoras de riesgo se ha visto cuestionando de manera recurrente debido a que las mismas no pudieron –o no quisieron- pronosticar el advenimiento de la Gran Recesión.

Muchos de los bancos quebrados en Estados Unidos durante la citada crisis financiera habían calificado a los mismos como entidades financieras dotadas de máxima solvencia, cuando en realidad sus carteras estaban repletas de títulos financieros incobrables, sin ningún valor, los cuales han sido definidos por la literatura financiera internacional como activos tóxicos.

Téngase en cuenta que la misión de las calificadoras de riesgo consiste básicamente en evaluar la deuda que emiten países, compañías o instituciones bancarias para darles una calificación en correspondencia con sus fortalezas y debilidades financieras.

Pero también se ha comprobado que muchas de las agencias calificadoras estimulan el fomento de la especulación financiera internacional oponiéndose a toda medida que conlleve regulación de los mercados de capitales. Nada, que se trata de intereses creados.

El Nacional

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