Opinión

Presencia economica

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Daniel Guerrero

¿Crece el comercio?

La crisis económica mundial (2008-2009) sacudió los cimientos del comercio global, poniendo en evidencia una vez más la estrecha relación existente entre las actividades productivas, financieras y comerciales a escala planetaria.

Durante el 2009 las turbulencias financieras azotaban las economías desarrolladas y el comercio internacional experimentó una caída histórica del 12 por ciento, pero cuando el mal temporal fue amainando las transacciones de bienes y servicios se recuperaron en más de un 15 por ciento.

No obstante, seis años después de la Gran Recesión el comercio mundial no ha podido recuperarse hacia el alza sostenida. La Organización Mundial del Comercio (OMC) observa con muchas reservas el desempeño de las transacciones comerciales internacionales señalando que el 2015 cerrará con un crecimiento tímido de 2,8 por ciento.

No obstante, al cuantificar los flujos de comercio hay que cuidarse de incurrir en una doble contabilidad, pues ocurre que muchos bienes son elaborados por partes en diferentes países como expresión concreta del proceso de internacionalización de la producción. Así, un mismo bien podría ser contabilizado por varias economías, en función de la participación en la elaboración del producto final.

Sabemos que OMC ha mostrado su preocupación por el cálculo real del llamado valor agregado o añadido, que es aquél valor adicional que adquieren los bienes y servicios al ser transformados durante el proceso productivo. Porque hay una realidad: Al centrarse en los valores brutos de las exportaciones y las importaciones, las estadísticas tradicionales sobre el comercio nos presentan una imagen distorsionada de los desequilibrios comerciales entre países.

En la actualidad los datos sobre importaciones de un país son más complejos de registrar, toda vez que a los movimientos citados en el párrafo anterior se agrega la contabilidad de las operaciones que se desarrollan en el país que compra las mercaderías, por ejemplo, las aplicaciones tecnológicas en el diseño o en cualquier otra expresión de valor agregado.

Por eso, en las economías subdesarrolladas –dentro de las cuales se encuentran las latinoamericanas y caribeñas- debe reforzarse el interés por la aplicación de políticas públicas que impulsen no sólo la captación de inversiones, sino la renovación tecnológica en los procesos productivos tendente a incrementar el valor agregado en el proceso de transformación de las materias primas. Esto pasa por el filtro del conocimiento, de las ideas innovadoras.

Porque lo cierto es que dentro del proceso mundial de transformación de materias primas para la fabricación de bienes se ha conformado una visión novedosa respecto de la interconexión que se registra entre el comercio, las inversiones, la producción industrial y el desarrollo con el propósito de determinar con precisión dónde se encuentra el valor agregado de un bien.

Se requiere, pues, impulsar la renovación tecnológica y la capacitación de la fuerza laboral para aumentar el valor agregado o añadido en los bienes finales que van a los mercados internacionales.

El Nacional

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