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Esto lo escribí al rememorar aquel momento de 1979 en que a la publicitaria «Dávila & Marchena» le quitaron la cuenta del Banco de Reservas para otorgársela a una agencia extranjera.
¿Cuál es el precio del subdesarrollo? ¿Lo sabe alguien? Nuestros economistas, casi a diario, hablan de él y se remontan a las importaciones, a la dependencia. Los sociólogos la conectan con nuestras deficiencias conductuales y hasta hablan de traumas y frustraciones.
Los políticos de derecha la tocan cuando las circunstancias les son favorables y exponen que es posible adaptarse a él, mientras los de izquierda viven atacándolo y conceptualizan la libertad política a partir de no atarnos a la hegemonía imperial. Pero el subdesarrollo sigue ahí, constante, desigual; y nos hace imperfectos, golpeándonos cuando falta el fluido eléctrico y el agua no llega a nuestras casas. Inclusive, culpamos al subdesarrollo por nuestro analfabetismo y lo maldecimos por cualquier resfriado.
¿Pero ese es el precio del subdesarrollo? Podría ser, pero el precio es mucho mayor y tiene que ver con el arrastre a que nos sometemos constantemente; tiene que ver con el complejo de inferioridad que nos roe frente a los anglosajones e impide la posibilidad de protestar frente a ellos, como hizo Fidel.
Y he ahí por qué me irrito al recordar el día que le quitaron la cuenta publicitaria del Banco de Reservas a la publicitaria «Dávila & Marchena, en 1979, para otorgársela a una agencia norteamericana, la «McCann Erickson», que fue instalada en el país sin un acompañamiento nacional y que procuró, también, las cuentas de sus clientes transnacionales: Coca-Cola, Gillette, Paper Mate, etc.
Recuerdo que las imágenes moral y comercial del Banco de Reservas de la República Dominicana fueron manejadas por «Dávila & Marchena» con un magnífico criterio profesional durante varios años, porque éste fue su cliente principal y dependían de él para subsistir, tal como un jardín depende de la luz solar. Por esa razón, «Dávila & Marchena» ofrecieron lo mejor de su creatividad al Reservas. El eslogan «El mayor y el mejor porque le sirve a usted», que caló hondo entre los clientes del Banco, fue una frase que tal vez obviara muchos de los conceptos mercadotécnicos que impulsan a los clientes a depositar en un banco de completa intermediación financiera, pero representaba la percepción buscada por los clientes.
Cuando sucedió aquel feroz atropello me sentí enojado. Y hoy, cuarenta y cuatro años después, siento ese mismo enojo. Porque, ¿acaso no manejó la publicitaria «Dávila & Marchena» la cuenta del Reservas con una eficiencia profesional? Entonces, ¿por qué se recurrió a esa sospechosa medida? Es más, una cuenta puede cambiar de agencia sin tener que responder a ningún canon visible. Todo podría estar bien hasta cierto punto. Pero, ¿qué fue eso de quitar la cuenta publicitaria del Banco de Reservas -el más nacional de los bancos dominicanos- a «Dávila & Marchena» (una agencia local), para entregársela a una agencia publicitaria transnacional como la McCann Erickson?