Opinión

QUINTAESENCIA

QUINTAESENCIA

Rafael Ciprián

Venezuela y Maduro.-

La República Bolivariana de Venezuela está sumida en la más profunda crisis económica, social y política de toda su historia. La patria de Simón Bolívar está al borde de un colapso total. El mundo tiene los ojos puestos en esa tierra tan bendecida. Pero las grandes potencias la ven como la presa más apetecida del momento.

Ciertamente, para los Estados Unidos de América (EUA) llegó la hora de que Venezuela vuelva a su redil, como cuando los corruptos partidos de los Adecos y Copeyanos gobernaban. Hasta el grado de que allí se hacía lo que dijera EUA. Se hizo público que, con la danza de los millones de los petrodólares, la oligarquía y las élites políticas que la representaban viajaban por el mundo derrochando divisas. Solían decir, ante el precio de lujosos y costos automóviles, dame dos, que están baratos. ¿Y el pueblo? En la miseria.

El presidente Carlos Andrés Pérez se forjó un liderazgo en Latinoamérica, basado en el poder económico del país, sin desmedro de su talento político.

Pero llegó el presidente Hugo Chávez y cambio la realidad política venezolana. Su criterio de soberanía y autodeterminación se impuso en sus relaciones con el coloso del Norte. Y giró su mirada a Cuba, Rusia, China, Irán y demás países que no son favoritos de los gobernantes de la patria de Abraham Lincoln. Estrechó relaciones con el Brasil del presidente Lula y del Partido de los Trabajadores (PT). Además, apoyó las fuerzas políticas de izquierda con posibilidades reales de variar la correlación de fuerzas en Nuestra América, como la llamó el inconmensurable José Martí.

Chávez usó el recurso petrolero para que Cuba, con Fidel Castro; Nicaragua, con Daniel Ortega; Ecuador, con Rafael Correa; Bolivia, con Evo Morales; República Dominicana, con Leonel Fernández, y para que otros países hicieran más llevadero su viacrucis energético. Y con un amplio programa de políticas públicas, con clara orientación política y a favor de los pobres de Venezuela, más una retórica desafiante y progresista, Chávez se convirtió en un líder importante para su pueblo y para los latinoamericanos.

Repentinamente, el líder del Socialismo del Siglo XXI enfermó y murió. Su sucesor, el presidente Nicolás Maduro, no tiene las condiciones políticas de Chávez. Lo tienen acorralado, y lo ven como la causa de todos los males de su país. Pero el problema real de Venezuela no es Maduro. Es la inagotable riqueza minera venezolana. No se trata sólo de la reserva de petróleo más grande del mundo, sino de “diamantes, oro, coltán, hierro, níquel, bauxita, mármol, carbón, gratino, fosfatos, feldespatos y las tierras raras”. EUA necesita recuperar e imponer su hegemonía.

El Nacional

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