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Pacto social

 

Hace unos días el representante del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Joaquín Zentner, planteó que después de las elecciones de 2020 el país tenía que abocarse con urgencia a una reforma tributaria que no solo tenga en cuenta el tema de la recaudación, sino que incluya la eficiencia del gasto. Las declaraciones de Zentner apenas repercutieron, pero eso no significa que pasaran inadvertidas para diferentes sectores.

El ministro de Hacienda, Donald Guerrero, si bien ha reiterado que en la economía no hay ningún riesgo a la vista, ha indicado que el pacto fiscal que contempla la Estrategia Nacional de Desarrollo tendrá que ser abordado por las autoridades que surjan de los próximos comicios.

Pero ahora el ministro de Economía, Isidoro Santana, ha planteado que la demanda de la población de infraestructura y servicios públicos de calidad solo podrá ser satisfecha a través de un pacto fiscal.

Si el pacto es tan necesario ¿por qué las autoridades no han promovido su suscripción? Es claro que para no tocar el espinoso tema de la eficiencia del gasto. Santana comprende que se tiene que mejorar la calidad del gasto, aunque con la salvedad de su parte de que con eso no se resolverán las grandes demandas de la población.

La gente suele relacionar las botellas, los grandes salarios y los recursos que se derrochan en propaganda como expresión de la mala calidad del gasto. Aunque no sea lo único. El pacto social que planteó el representante del BID conlleva un compromiso nacional. Pero serio y responsable.

El Nacional

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