Opinión Articulistas

Representación política

Representación política

Pedro P. Yermenos Forastieri

Como parte de un trabajo de investigación, estructuré propuestas que considero significarían un avance en la cualificación del sistema de representación política en la democracia dominicana. En este aspecto, siempre debe incluirse en el análisis una circunstancia que resulta ineludible: En la temática de referencia, no existe una fórmula perfecta capaz de garantizar la perfección en el sistema de representación que se pueda elegir en un sistema electoral determinado.

En la tesitura anterior, las sugerencias no pretenden, por tener conciencia de la realidad, superar el objetivo de acercar lo más posible el sistema de representatividad a un principio que, como el de la equidad, debe colocarse en un sitial de primacía, siempre que se aspire, como es mi caso, a instaurar un sólido sistema democrático donde la mayoría de los sectores económicos, sociales, políticos, ideológicos y culturales que concurran a la competencia electoral, puedan sentirse representados.

Lo anterior no significa, que solo identifique ventajas de lo antes planteando. De ninguna manera. Estoy consciente de la repercusión negativa que implica una digresión exagerada del poder por lo que eso impacta de forma negativa la gobernabilidad. No soy partidario de un Poder Ejecutivo minado por los contrapesos al punto de tener atadas sus manos y que eso le impida aplicar las políticas públicas que considere imprescindibles.

Eso tampoco significa propiciar y estimular un poder que, dotado de mayorías excesivas, se aproxime a las fronteras de lo democrático y se sienta tentado a transitar un camino que conduce al autoritarismo, al despotismo y la tiranía. El reto de los sistemas de representación es alcanzar el equilibrio entre esas dos situaciones aparentemente extremas.

Presentaré las principales conclusiones a las que arribé en la investigación realizada. Es la parte que me produce satisfacción porque en las mismas se plasma lo que valoro como aportes, aquello que le puede atribuir valor al esfuerzo desplegado; lo que podría significar cierto sentido de relevancia a lo presentando.

Nada con propósito personal y vano orgullo, sino porque soy de opinión que los esfuerzos intelectuales deben estar conectados con la realidad social en la que van a ser considerados. En ese aspecto, nada sería de mayor satisfacción que tal cosa pueda alcanzar algún nivel de importancia en la consolidación del sistema político electoral del país y, con ello, de una democracia que no siempre expone, en términos de resultados, una proporcionalidad que resulte consecuente con su ya dilatada existencia. Continuará.