Articulistas

Respondiendo a Jasper

Respondiendo a Jasper

Efraim Castillo

Efraim Castillo

efraimcastillo@gamail.com

1 de 2
En julio del 2004, la catedrática belga Rita de Maeseneer, profesora de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Amberes, me comunicó que el estudiante Jasper Vervaeke deseaba elaborar una tesina sobre mi novela El Personero (1999), preguntándome si podía responderle un cuestionario. Le dije que sí y Vervaeke [en noviembre] me remitió el cuestionario, que le devolví con mis respuestas en diciembre (2004). En junio del 2005, la profesora Maeseneer me comunicó que la tesina del joven estudiante fue evaluada en 17 sobre 20, explicándome “que aquello no era muy usual”. En la actualidad, Jasper Vervaeke es Licenciado en Lenguas Románicas y Maestro en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Nacional Autónoma de México.

La primera pregunta que Vervaeke me formuló fue la siguiente [y hago énfasis en ella porque muchos críticos —tanto nacionales como internacionales— la relacionan en sus trabajos cuando un texto narratológico o dramático aborda la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo]:
Jasper Vervaeke: Sabemos que usted completó su trilogía evocando a Trujillo, pero en varias ocasiones los personajes critican abiertamente a los que escriben sobre el trujillato. ¿Esas críticas expresan el que se da cuenta de que puede llover sobre mojado?
Efraim Castillo: Antes de responder la pregunta debo aclarar algo: no escribí mi trilogía de novelas —integrada por Currículum (El síndrome de la visa), El Personero y Guerrilla nuestra de cada día— “evocando” a Trujillo, sino interrogando y denunciando al trujillismo, que es otra cosa. Trujillo fue tan sólo un hombre, un accidente, un ente, alguien que por inducción y persuasión de una fuerza militar como los US Marine Corps, o marines, debía mantener en el país un ordenamiento hegemónico para los EEUU y así poder cobrarnos con creces lo que invirtieron tras la compra de la Santo Domingo Improvement, a la Westendorp, en 1897, una deuda resultante del corrupto empréstito Hartmont de Buenaventura Báez [1869]. El trujillismo fue un sistema que aglutinó inteligencia y una fuerza brutal para incidir de manera absoluta en la totalidad de la producción social dominicana, incluyendo, desde luego, el más dominante ordenamiento estructural de nuestra cultura. La dictadura fundó un sistema que introdujo cambios radicales en la vida del país y que, varias décadas después de su desaparición física, se siguen sintiendo.
Y esta es una de las razones por las que critico a quien escribe sobre el trujillismo y se detiene, enfáticamente, en señalamientos concernientes a los efectos negativos del hombre, obviando [a priori] los continuos y los ritmos introducidos por su sistema para beneficio del país. Algo similar acontece en mucha literatura construida alrededor de los regímenes fascistas de Italia, Alemania y España, comandados por Mussolini, Hitler y Franco, en donde se reproducen —como mitos— anécdotas e intrigas como paradojas. Todo crítico literario sabe que la historia comenzó con una simple narración que pudo ser verdad o ficción, pero que era lo de menos, porque lo trascendente consistía en entretener por encima de la veracidad histórica.

El Nacional

La Voz de Todos