¿En el marco de las relaciones diplomáticas contemporáneas, en qué consiste y cuál es la importancia, de la acción exterior cultural del Estado?
En la actualidad, en el ámbito de las relaciones diplomáticas, la diplomacia cultural se ha establecido como la piedra angular de la diplomacia pública, siendo considerada, constata Taylor, el fundamento sobre el cual pueden construirse vínculos de confianza y comprensión mutua entre las naciones.
En tal contexto, el prestigio cultural de un país es un componente básico del denominado poder suave o blando (“soft power”), cuya importancia es fundamental para la construcción de “una imagen internacional consistente y favorable a los intereses nacionales”.
Actualmente, la ejecución de la diplomacia cultural es un novedoso recurso que permite utilizar metódicamente el acervo y potencial cultural de la nación en beneficio de sus relaciones exteriores.
Asimismo, sostiene Cummings, la diplomacia cultural consiste, esencialmente, en la correspondiente promoción, e “intercambio de ideas, información, arte y otros aspectos de la cultura entre Estados y pueblos, para fomentar el entendimiento mutuo”.
Inequívocamente, el desconocimiento de la realidad sociocultural de los países del entorno puede ser muy perjudicial.
Los prejuicios, las visiones y opiniones parciales, cuando no distorsionadas, de algunos países en relación a otros, dificulta, cuando no inhibe, el surgimiento de relaciones de confianza, que resultan ser imprescindibles para los proyectos de cooperación e intercambios comerciales (Arrosa Soares).
Hoy, la diplomacia pública, que es una efectiva forma de ejecución de la diplomacia convencional, tiene como propósito esencial proyectar una imagen digna, atractiva y confiable del país, valiéndose de la promoción de su cultura, y correspondientes valores, y asimismo, de la eficaz difusión de sus puntos de vista . Igualmente, de la promoción (y defensa) de los intereses del país.
En el ámbito de su efectividad, la diplomacia pública suele contar con la implementación del proyecto “estrategia marca país”.
Con el propósito de establecer un proyecto para implementar el ejercicio de la diplomacia pública, se suele partir de la instauración de un efectivo programa de capacitación en la precitada diplomacia, dirigido al personal que laborará en su ejecución.
Actualmente, la formulación de una política exterior debe contemplar objetivos culturales y educativos. Han podido identificarse como objetivos fundamentales, la promoción en el exterior de “los valores de identidad nacional”, sean estos culturales, históricos o artísticos, mediante la difusión de las obras de intelectuales y artistas nacionales, el folklore y otras manifestaciones del arte y la artesanía.
Asimismo, resulta esencial la protección, y defensa, en el exterior, del acervo cultural e histórico de la nación. Igualmente, profundizar las relaciones, mediante planificados intercambios culturales. También, deben establecerse mecanismos para que los nacionales residentes en el exterior, y sus descendientes, cuenten con facilidades para mantener el conocimiento y contacto con su cultura e historia.
Sobre todo, debe promoverse planificadamente, la suscripción de acuerdos de cooperación cultural, asimismo, en materia educativa, y para la defensa recíproca de los bienes culturales y artísticos.