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Sin aire ni abanico

Sin aire ni abanico

Elvis Valoy

Basura por doquier, ruido ensordecedor, interminables tapones en calles y avenidas, insalubres polvos del Sahara, asfixiante y desesperante calor, camiones lanzando gases tóxicos por el muffler, nauseabundo hedor en las esquinas, violencia inacabable…

Esta es la triste realidad de nuestras ciudades, zonas urbanas que parecen situadas en el Tártaro o Inframundo, lugar en donde los dioses griegos lanzaban a los que consideraban desechos inservibles. Es lamentable que luego de transitar por esas arterias del suplicio, la gente no tenga descanso ni en su hogar, pues la vida que le espera en su vivienda es de extrema amargura.

La población atraviesa por un calvario tan extenuante que ni siquiera puede mitigar el sofocante calor, echándose fresco con un abanico, pues la tanda de apagones del gobierno es eterna. Los electrodomésticos se asemejan a los arbolitos de navidad, encendiéndose y apagándose a cada momento.

A la clase media más mal no le ha podido ir en esta administración del presidente Luis Abinader, pareciendo que está pagando un «karma» que la persigue y la golpea inmisericordemente. Ante la ausencia de energía eléctrica, la pequeña burguesía acude obligada a «echar una pavita» dentro de su vehículo, poniendo en riesgo su propia vida.

Quien busca ahorrar electricidad es burlado y engañado por los administradores de las EDES que no descansan en sus arbitrariedades. Estos burócratas politiqueros de buenos salarios y malas gestiones, han condenado al país al resultado de su ineficiencia y sus improvisaciones.