Editorial

Sin calidad moral

Sin calidad moral

La ampliación del horario de confinamiento familiar o de cierre de comercios, bares, restaurantes, parques, playas y otros lugares públicos debería interpretarse como la colocación de un valladar ante el previsible desbordamiento de la población durante las festividades de Navidad y Año Nuevo y el consiguiente incremento del coronavirus.

A juzgar por las cifras de nuevos contagios, la acometida preventiva del Gobierno no tuvo resultados positivos o quizás evitó un holocausto pandémico que habría provocado un inaudito desenfreno social que apenas pudo contenerse mínimamente.

El Ministerio de Salud reportó ayer 2,043 nuevos positivos de la covid-19, una cifra alarmante, si se toma en cuenta que para hablar de contención de la pandemia se requiere que el número de contagios oscile siempre en menos de 200 diarios, con la aplicación de una elevada cantidad de muestras de detección

De poco ha valido que las autoridades amplíen el toque de queda desde las 5:00 de la tarde hasta las 5:00 de la mañana, y los fines de semana a partir de las 12:00 del mediodía, sin libre circulación, porque aun así gran parte del territorio nacional se asemeja a los pasajes bíblicos de Sodoma y Gomorra.

En nichos de clase media alta se organizan estruendosas fiestas sin ningún cumplimiento del protocolo de prevención de coronavirus como si el dinero o el desenfreno se constituyeran en vacuna efectiva contra una pandemia que ha matado a más de 1.8 millones de personas a nivel mundial.

Residentes en barrios del Gran Santo Domingo y de municipios de provincias tomaron control de calles y callejuelas en aglomeraciones caracterizadas por bailes de reguetón y bachata y elevado consumo de alcohol y drogas, que la Policía no pudo controlar porque en algunos lugares fueron enfrentados con piedras, botellas y tiros.

Entre el desenfreno barrial y el lujo de lino y seda, afloraron las quejas de comerciantes obligados a cerrar por culpa de grupos poblacionales irresponsables o carentes de conciencia social que con su desenfreno se han convertido en vectores pandémicos que ponen en peligro la vida humana y la economía.

No son muchos los ciudadanos que pueden exhibir calidad moral para objetar el programa de confinamiento familiar y restricción de viabilidad impuesto por el Gobierno para intentar frenar el auge en el contagio de coronavirus porque han tenido un comportamiento incivil que los convierte en auténticos peligros pandémicos.

El Nacional

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