Los elementos que han salido a relucir dan otra connotación que va mucho más allá de las descalificaciones al intercambio entre la actual directora de Comunicaciones de la Presidencia, Milagros Germán Olalla, y el anterior titular de la entidad, Roberto Rodríguez Marchena.

Tras solicitar una auditoría a su gestión para negar una denuncia del locuaz senador de Elías Piña, Iván Lorenzo, sobre supuestas violaciones a la transparencia, la funcionaria deslizó un sablazo contra su antecesor Roberto Rodríguez Marchena. Le enrostró operar una Dicom paralela.

Rodríguez Marchena no tardó en devolverle el golpe, lo que motivó a Germán Olalla a solicitar una auditoría no solo a su gestión, sino desde la creación de la oficina en 2012. La aclaración de Rodríguez Marchena de que Dicom tenía otras 22 oficinas distribuidas en cada ministerio ha generado más interrogantes.

Esas oficinas, se supone, operaban al margen de la dirección de comunicaciones de las dependencias. No se sabe la necesidad de las oficinas externas ni se violaba alguna ley con su operación.

Lo decidirá la investigación que se ha solicitado. Es fácil de advertir por el curso del intercambio entre Germán Olalla y Rodríguez Marchena que todas las cartas no están sobre la mesa.

En lo que la Contraloría despeja el suspenso que se ha creado con la realización de la auditoría, que lo más probable es que se tome su tiempo, se pensará en una carta debajo de la manga.