Opinión Articulistas

Tinieblas urbanas

Tinieblas urbanas

Manuel Fermín

En un mundo moderno, globalizado y estandarizado, la iluminación urbana no debe ser un elemento para calibrar el nivel de desarrollo de un país, e incluso, compararlo, establecer analogías o diferencias con otros. Santo Domingo es una ciudad que, en desarrollo de su infraestructura, servicios de comunicación, gastronomía, turismo, espectáculos artísticos y culturales, salimos bien ponderados.

En iluminación de sus calles y sectores de la ciudad sacamos bajas notas. Y la verdad que ante este problema las denuncias se hacen constantes: juntas de vecinos y ciudadanos insisten sin ser oídos, y menos atendidos, haciendo reclamos de reponer luminarias fundidas o faltantes en zonas muy oscuras, y que es una situación aceptada en todas partes que la oscuridad favorece los delitos de atracos y aumenta la inseguridad para transeúntes y residentes.

La avenida Italia tiene un tramo que es una real “boca de lobo”; igualmente en el sector de La Esperilla, la calle José Andrés Aybar, Alma Mater, Tiradentes ——silencio más por razones de espacio—— con los mismos síntomas y ninguna entidad oficial admite responsabilidad en corregir el mal: ni alcaldía, Edesur, ni Eted admite tener potestad, y realmente causa alarma y refuerza la no dinámica de cumplimiento.

Entonces, así, a oscuras, nos encontramos en la capital de la nación, tradicionalmente tolerante en cuestiones de iluminación, parece que por la cultura de vivir en continuos apagones energéticos; peor, los residentes se repliegan y callan.

Nos preguntamos ¿es una deriva tan difícil de resolver? Nos visitan extranjeros de sociedades avanzadas y nos colman de elogios, pero nos dejan la nota negativa: sólo echo en falta las amplias zonas oscuras de la ciudad, y la basura que es un mal endémico que no deja de resaltarse.

Pienso que de ahí el fracaso de querer vender una agradable imagen de un Santo Domingo con la mayor voluntad de exhibir que es una ciudad vibrante, moderna y acogedora.