Editorial Opinión

Tinte trágico

Tinte trágico

Los resultados de la evaluación que ha hecho el Banco Mundial sobre el desempeño del programa de educación a distancia aplicado durante la pandemia por el ministerio de Educación tienen un tinte trágico al revelar que disminuyó a un 25 % la proporción de estudiantes de primaria que veían o escuchaban las clases por televisión y radio.

Al inicio de ese programa, en noviembre del 2020, apenas un 52 % de alumnos se colocaba frente a un receptor de televisión, pero ya en abril de 2021, se redujo a solo uno de cada cuatro estudiantes. También disminuyó el tiempo dedicado a esa actividad a apenas entre 10 % a un 12 % del tiempo total.

Tan lúgubre valoración no ha sido por causas económicas, porque para la ejecución de ese programa el dinero brotó a borbotones, como lo demuestra la cifra de 36 mil 643 millones de pesos que el Gobierno destinó a través del Ministerio de Educación para impartir educación a distancia.

En la adquisición de dispositivos tecnológicos se invirtieron 19 mil 191 millones de pesos, más de cinco mil millones en servicio de publicidad para la transmisión de docencia a través de televisión y radio, dos mil millones para la producción de contenido digital y $1,273 millones para la capacitación docente.

¿Qué pasó? ¿Por qué tan estruendoso fracaso? No sería justo que todo se atribuyera a la misma pandemia, aunque una cuota apreciable de culpa corresponde a desidia de padres y tutores.

El propio informe del Banco Mundial señala la causa principal de ese revés, al afirmar que “la mayoría de los ministerios de Educación no tenían capacidad para supervisar el uso de los sistemas de educación a distancia ni el compromiso y el aprendizaje de los estudiantes”, ni para saber si la estrategia educativa estaba siendo eficaz.

Ante esos resultados, indicativos de que más de 36 mil millones de pesos no surtieron el efecto deseado, de salvaguardar a través de la educación a distancia la calidad de la enseñanza y aprendizaje en los niveles básico y preuniversitario, corresponde a las autoridades ingresar en un profundo proceso de reflexión y autocrítica.
Lo difícil ahora será recomponer un sistema educativo diezmado no solo por la pandemia, sino también por el rotundo fracaso de un costosísimo programa de educación a distancia que conllevó más de 36 mil millones de pesos del dinero de los contribuyentes.

El Nacional

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