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Tragedia haitiana

Tragedia haitiana

Danilo Cruz Pichardo

La OEA se reunió recientemente en Washington, Estados Unidos, con la presencia de 33 de los 35países que la conforman y el único tema de agenda fue la situación de Haití, donde impera la violencia de las pandillas, las cuales controlan en un 90% a Puerto Príncipe.

La sesión se produce ante la decisión de Kenia de retirar su misión policial en octubre. El país africano tiene unos 600 policíasdesde el 2024 en la nación vecina. 

Kenia se retira por el incumplimiento de promesas de varios países. Y la violencia en vez de disminuir lo que hizo fue crecer durante el año y pico de permanencia de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad, la cual sería sustituida por la Fuerza de Represión de las Bandas, de acuerdo a la resolución de la OEA.

Pero si no hubo cumplimiento a la palabra empeñada en asambleas anteriores, inclusive de la ONU, ¿qué nos dice que en esta oportunidad se llevaría a la práctica la decisión tomada?

La ONU, de igual manera, celebraría a partir del 22 del presente mes su 80 Asamblea en su sede, en New York, y ya el presidente de la República Dominicana anunció que pediría ayuda para Haití. Se pueden anticipar nuevas promesas para Haití, pero también se puede apostar al desacatamiento de lo acordado, porque la experiencia indica que no hay voluntad.

No se observa voluntad ni siquiera en naciones como Estados Unidos, Canadá y Francia, que directa o indirectamente tienen compromisos históricos con el pequeño e inestable país.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ofreció 5 millones de dólares de recompensa por Jimmy Chérizier (Barbecue), pero se trata de un anuncio que no tiene sentido, porque si se lo proponen a ese tipo lo agarran en cuestión de días, que de todos modos no sería ninguna solución porque otro pandillero lo sustituye en el liderazgo.

Es un caso que amerita una intervención militar, pero no es verdad que esa potencia va a invertir un centavo ni se va a exponer a que le maten un soldado, uno solo.

Los problemas de Haití son complejos. Habría que crear todo: gobierno, justicia, parlamento, registro civil, policía, ejército, dinamizar la economía, construir múltiples obras, mejorar servicios de educación, salud, agua potable, energía, viviendas, transporte, entre otros.

Nada de eso es posible sin controlar la violencia de las bandas, que cobran millares de vidas de ciudadanos cada año.

La historia de Haití habría que estudiarla desde las Devastaciones Osorio. Fue el primer país del continente en independizarse, pero al mismo tiempo es el más pobre de todos. Sin embargo, ningún país es pobre por deseo.

 Su 78% de pobreza hay que buscarlo en su tasa de analfabetismo, que es de un 28%, en la ausencia de servicio de salud y su baja producción.

Otra causa está en la gran cantidad de dictaduras que registra su historia, aunque hay que reconocer que los espacios de mayor estabilidad política se han registrado bajo gobiernos de fuerza. ¡Eso sí, violadores de derechos humanos y libertades constitucionales!

República Dominicana ha sido el más solidario con Haití, pero tenemos problemas como nación y no estamos en condiciones de cargar con una presencia que supera el millón. Y haciendo una inversión en educación y salud que va en detrimento de los nuestros, por lo que se empezó a aplicar la Ley 285-04 y se han repatriado a millares de esos nacionales.

Sin embargo, los sacan por un lado y entran por otro, producto de la mafia militar fronteriza. Ahora con la salida de la misión keniana lo que se vislumbra es un incremento de la violencia, producto de la fuerza que tomarían las pandillas, trayendo como consecuencia la huida de millares de indocumentados hacia este lado y sería un círculo vicioso de nunca acabar.