Militares y autoritarismo
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El predominio del autoritarismo entre quienes han gobernado la República Dominicana desde su fundación, en 1844, es una verdad incontrovertible. La hegemonía militar ha colmado nuestra historia, ya con gobiernos presididos por militares, ya por gobernantes civiles, pero despóticos, sustentados por las fuerzas armadas, en franco desmedro de su misión esencial.
El autoritarismo no va en la ropa, como tampoco la fiebre está en la sábana, conforme al viejo decir. Pero han correspondido a los uniformados los roles de principalía para la aplicación de métodos y estrategias de gobierno abiertamente contradictores de la democracia, que resultan expresiones de tiranía y de barbarie.
La segunda mitad del siglo XIX -una tercera parte de nuestra vida republicana- constituye una muestra elocuente de la presencia militar en la política dominicana. En esos 55 años (1844-1899) ocuparon el solio presidencial cuatro ciudadanos civiles: Santiago Espaillat (1849), Ulises Francisco Espaillat (1876), Fernando A. Meriño (1880) y Francisco Gregorio Billini (1884), todos los cuales suman menos de cinco años de gobierno.
Eurípides Uribe Peguero ha querido enfocar el controversial asunto relativo al predominio militar con la serenidad que demanda toda obra que procura servir a la verdad científica, y puede asegurarse que su esfuerzo ha resultado enteramente válido, independientemente de las fallas de las que pueda adolecer el libro “Militares y Autoritarismo”, que será presentado el próximo martes.
Ha centrado su estudio en los cien años comprendidos de 1916 a 2016, un periodo suficientemente abundante en ejemplos de ejercicio irregular del poder, y de acciones reveladoras de la mentalidad autoritaria, todo lo cual conllevó un indeseado protagonismo de los militares y en alta medida su envilecimiento y menoscabo de la calidad moral.
Militar académico que alcanzó el rango de vicealmirante de la entonces Marina de Guerra, institución de la que fue jefe de Estado Mayor, Uribe Peguero escudriña con benéfica sobriedad los acontecimientos de la centuria estudiada, la cual se inicia con la grosera ocupación del territorio nacional por parte de los Estados Unidos de América, cubre los treinta y un años de la tormentosa Era de Trujillo, el golpe de Estado contra el presidente democrático Juan Bosch, el gobierno de facto del infausto triunvirato, la revuelta popular de 1965, la segunda invasión gringa y los fatídicos doce años del presidente Joaquín Balaguer.
No escapan al escalpelo escrutador de este autor, los gobiernos de Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco, Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Danilo Medina, inscritos en la democracia formal, en los que sin duda alguna se ha observado una apreciable disminución del autoritarismo y el crimen político.