Opinión

Voces y ecos

Voces y ecos

Rafael Peralta Romero

El sueño era Cipango  (2 de 2)
El sueño era Cipango”, de Bruno Rosario Candelier, no es una novela fantástica, pero es rica en elementos fantásticos, en los que encuentra especial cabida el personaje principal de la mitología dominicana, que es la ciguapa.

No es una novela histórica, aunque se haya alimentado de hechos de tal naturaleza, realizados por personas reales. De ninguna manera puede asociarse al documentalismo, sino que Rosario ha sumado a los sucesos y personas reales las acciones y personajes necesarios para cumplir su propósito: una obra de creación, que es el fin primario de todo arte, y la literatura es arte.

La atmósfera corresponde al siglo quince en la isla Española, agitada por la carga de vicios, ambiciones y pasiones procedentes del reino de Castilla.

Rosario ha tomado de pretexto de la fundación de La Isabela, con las consiguientes acciones nefastas de los conquistadores, el saqueo de las riquezas naturales, el sojuzgamiento a los nativos, las diferencias políticas entre ellos (roldanistas y colombistas), las protestas de los aborígenes encabezados por Caonabo y otras acciones derivadas de las circunstancias políticas y de las condiciones materiales de existencia en la colonia, para edificar un sólido edificio literario en el que ha alojado el corpus doctrinal interiorista.

La siguiente reflexión ilustra sobre el contenido político de la obra: -Qué ironía –dice fray Texada- con la cruz, el signo de redención, trajimos la espada, el signo de opresión.

Podría decirse, a modo de conclusión, que “El sueño era Cipango” es una novela perfectamente tramada para cuya composición el autor ha empleado una carta de navegación, a diferencia de los novelistas que suelen decir que no elaboran guía ni mapa conceptual para trabajar sus obras, sino que las componen de acuerdo a como le vayan afluyendo los hechos.

Es bien sabido que las narraciones de largo aliento le demandan al autor un plan de trabajo, lo cual le facilitará la creación de un mundo en el que nada falte ni nada sobre y al final todo quede como tenía que quedar.

Bruno ha creado una novela ceñida a un marco histórico, ambientada en un diminuto espacio geográfico y comprometida con una particular filosofía estética y un ideal de la creación literaria. Este libro es producto de reflexiones profundas y todos los argumentos empleados en su elaboración están destinados a conducir el componente activo de la obra, que es la trascendencia.

Historia, fantasía y metafísica confluyen armoniosamente, canalizadas por la técnica de novelar, para lograr “El sueño era Cipango”, una novela diestramente estructurada.

El Nacional

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