Opinión Editorial

Y mil veces más

Y mil veces más

Dieciséis veces ha comparecido el canciller Roberto Álvarez ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (ONU) para reclamar a la comunidad internacional que afronte y ayude a resolver la crisis de Haití marcada por el control de bandas armadas, colapso de sus instituciones y creciente presión migratoria sobre República Dominicana.

La participación de ayer del ministro Álvarez correría la misma suerte de las 15 anteriores de caer en redes de indiferencia e irresponsabilidad con las que grandes metrópolis cubren el drama haitiano, aun cuando se advierte que ese país sufre un colapso humano, institucional y de seguridad.

El canciller advirtió ante ese órgano de la ONU que las bandas armadas controlan más del 80 % de Puerto Príncipe que dominan barrios, puertos y rutas comerciales, con empleo de drones y armas sofisticadas, con lo cual suplantan a las autoridades y aterrorizan a la población.

Escandalosas cifras sobre más de 4,500 muertos, 1.3 millones de desplazados y más 5.7 millones de personas que enfrentan niveles alarmantes de inseguridad alimentaria, no han ayudado a sensibilizar a Estados Unidos, Rusia, China, Alemania, Francia e Italia, países con derecho al veto en la ONU, sobre la tragedia haitiana.

A las muchas intervenciones del canciller Álvarez ante la cúpula de ese organismo mundialista se suma el intenso y extenso periplo que ha realizado el presidente Luis Abinader por América y Europa clamando como voz en el desierto para que la comunidad internacional acuda en auxilio de Haití, lo que -duele decirlo- no agradece el vecino.

En todos los foros donde han expuesto, el mandatario y el canciller han dejado firme y clara constancia de que República Dominicana no forma parte del problema ni de la solución de la crisis haitiana ni permitirá que el desenfreno migratorio coloque en situación de riesgo su integridad territorial, seguridad interior o fuero soberano.

El presidente de Kenia, William Samoei Ruto, advirtió al titular del Consejo de Seguridad de la ONU, Mohamed Irfaan Ali, que la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad de Haití “está en juego por el incumplimiento de los compromisos asumidos por la comunidad internacional”, por lo que su gobierno, que lidera ese contingente, revisaría su nivel de participación. No faltaba más.

Aunque se requiera insistir mil veces más ante todos los escenarios internacionales, el Estado dominicano cumple con su deber de reclamar que el mundo exprese real voluntad política de encarar la muy agobiante crisis haitiana, pero también en advertir que República Dominicana no es ni puede ser el cirineo de Haití.

El Nacional

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