Después de la expedición del 14 de junio de 1959 la gesta adquirió una significación histórica por la determinación de los jóvenes que por amor a la patria y a la libertad ofrendaron sus vidas para liberar a la nación de las garras de la tiranía de Trujillo.
El poderoso ejército trujillista capturó a la inmensa mayoría de los expedicionarios de Constanza, Maimón y Estero Hondo, ejecutándolos sin ningún tipo de piedad ni respeto por la vida. La masacre de los mártires generó tanta rabia y dolor que marcó el principio del fin de una dictadura que ya agonizaba por las brutalidades con que había sometido a la nación.
Lo que hicieron los expedicionarios fue abonar con su sangre el camino de la liberación y la libertad de los dominicanos. Había que estar muy consciente y comprometido con el mejor destino de una nación para enfrentar con las armas un ejército tan numeroso y bien armado como el de la dictadura de Trujillo.
La nación no ha saldado todavía la deuda con ese puñado de mártires que representaban un selecto segmento de la población. Había muchos profesionales graduados en prestigiosas universidades europeas que optaron por la vía de las armas en lugar de la indiferencia y el acomodo al sistema de turno.
Prefirieron la muerte una y mil veces con la esperanza de que su ejemplo representara un llamado de atención para el pueblo. Por eso desde aquel entonces a esos valientes se les canta y exalta por una acción extraordinaria, que pone en alto los principios personales.
