El incansable Juliano, poeta Marcos Reyes Dávila, nos convocó, esta vez para la puesta en circulación de las actas de la celebración del Centenario de Julia, en Humacao, en la isla de nuestro encanto. Y, de nuevo, no podía faltar Santo Domingo, en este evento donde 38 hermanos y hermanas de Borinquen, seis extranjeros, entre ellos de España, Cuba y Dominicana, vinimos a demostrar que el silencio con que “el manto de los poderosos” cubriera a Julia, como dice Juan Varela en su ensayo ¿Julia fue vencida?, era el manto de los invernaderos.
Un silencio donde la semilla poco a poco se multiplica y van brotando pequeñas raíces por toda la extensión del suelo, y luego, poquito a poquito, un chin de verde se asoma para anunciar que un árbol se gesta, que una flor está en camino.
Parafraseando a Walter Benjamín, dice Varela que “ni siquiera los muertos están seguros si el enemigo vence”, y estos ensayos recopilados en la revista Exégesis, son testimonio de que “aunque venza el enemigo” los muertos, si habitan en lo más recóndito de nuestros silencios, están seguros.
Ese acto; la escultura que en Santo Domingo ocupa un lugar tan respetado que ni tígueres ni drogadictos se han atrevido a profanarla (solo una vez sorprendí a un joven besando apasionadamente a Julia, quien al acercarme se deshizo en un mar de excusas argumentando que no pudo evitarlo); la obra de Darro en Granada; el puente que une a Federico con Julia; la presencia de Julia en Cuba, que Yolanda Ricardo ha rastreado en archivos y periódicos; las canciones; las obras de teatro; los documentales de Ivonne Belén; el epistolario que nos dio a conocer la familia de Julia; el que lo comparara con la brasilera Clarice Lispector, Grisel Merced; el ensayo donde Alinaluz Santiago identifica la espiritualidad de Julia, en sus inicios panteísta, y resume en la palabra “alma” las búsquedas de su espíritu, su refugio en la divinidad; niegan el postulado de Walter Benjamín de que “el vencido no puede tener voz”.
El “vencido”, derrotado con sus propias armas, quizás, pero no la “vencida “, quien con las estrategias propias del género demostró que es posible cantar las esperanzas de los vencidos, aunque para ello (como dije hace cuatro décadas), haya tenido que morir en una lengua ajena, para vivir en la propia: “It has to be from here, forgotten but unshaken…my farewell to the world”.
El próximo 17 de febrero celebraremos a Julia en el parquecito Pellerano Castro, con una lectura de poemas del grupo Aquelarre, liderado por Cuchito Carvajal. Es a las seis de la tarde. Se pide a tod@s un clavel rojo.