En Resoli, hace unos años, me quejaba con un campesino que nos frecuentaba, sobre las elecciones. Declaré estar agotada por la proliferación de propaganda política en las carreteras, la verborrea de analistas, y las promesas que se repiten en cada proceso electoral.
Don Ambrosio respondió que para él y su campo las elecciones son una fiesta, porque “es el único tiempo” en que “se acuerdan de nosotros”. “Vea, esa propaganda que no le gusta, a nosotros nos sirve para techar la casa y hacer las divisiones. Además, yo no conocía el resto del país y ahora, gracias a que nos llevan en guagua a los mítines, ya conozco el Este, a Santiago y una gran parte del Sur. De ñapa, nos dan un picapollo y ron, y gorras y camisetas”. “Espérese ahí”, dijo, y fue a buscar una docena de gorras que le daría a sus nietos.
“Yo quisiera que hubiera elecciones cada seis meses”.
Y yo quisiera compartir ese optimismo, en un año donde a nivel global la guerra entre Rusia y Ucrania amenaza con volverse nuclear, con el asesoramiento inglés para que los ucranianos (la carne de cañón) bombardeen la población civil rusa. Aquí, con suerte, solo nos llegarán los tsunamis.
Este año, también debería concluir a guerra Netanyau-Hamas. Si es cierto lo que publicó el NYT, sobre que Israel conocía los planes de Hamas desde hacía un año, esta guerra pierde toda legitimidad y solo se justifica por el afán de Netanyau de escapar la cárcel (por corrupto) desde la inmunidad del poder.
Vi, (Youtube), una marcha masiva y conmovedora de mujeres palestinas, cristianas y musulmanas, por la paz, algo que no reseñan los medios tradicionales, porque son las mujeres y la infancia las siempre víctimas del guerrerismo masculino.
Y este año debería concluir el bloqueo a Cuba, el mayor genocidio de una población civil de los últimos 60 años, del que nadie habla, aunque el hambre prolifera pese a todos los esfuerzos estatales. No sé que haría USA, si en abierto desafío toda Latinoamérica rompiera el bloqueo.
Espero que este 2024, viendo los terribles resultados de la guerra en todos los planos, condenemos los falsos nacionalismos; el racismo abierto que hoy nos avergüenza; la xenofobia, el sexismo, y el odio que Trump desatara como caja de Pandora, ese funesto narcisista que hoy imita Milei.
Y, espero que los candidatos a la presidencia (tenemos dos mujeres entre ellos) tomen en serio sus promesas de aprobar la Tres Causales; devolver su nacionalidad a los dominico-haitianos; y los bienes robados al pueblo, único castigo temido por los corruptos.
Solo así, cita de Cortázar, “nos inclinaremos al espacio de la noche, donde grandes secretos nos aguardan”.