Desde 1998, en nuestro país, abril fue declarado como el Mes de Prevención del Abuso Infantil por Decreto Ejecutivo, recordando que, la Convención sobre los Derechos del Niño, de 1989, de la cual somos signatarios, establece que es obligación del Estado proteger a los niños y niñas de todas las formas de malos tratos perpetrados por padres, madres o cualquiera otra persona responsable de su cuidado, y establecer medidas preventivas y de tratamiento al respecto.
Pese a contar con un marco legal internacional y nacional de protección a la niñez, en la República Dominicana, ser niño o niña, no es fácil, y su enunciación escrita, normada, y discursiva, no refiere a la práctica en la realidad cotidiana, en la que, la minoridad es abandonada a su suerte.
Un amplio segmento de Niños, Niñas y Adolescentes, NNA, por ejemplo, queda entrampado en los procesos legales a la Violencia Contra las Mujeres, por ser siempre testigos en primera línea de las agresiones que el padre ejecuta sobre la madre víctima. A esos/as NNA, se les suele llamar “víctimas colaterales”, cuando especialistas en apoyo emocional a estas violencias, aseguran que son víctimas directas como sus madres, por el solo hecho de presenciarlas, sin tener en cuenta que, muchos de ellos y ellas, también sufren abusos de los agresores.
Conmueve violencia infantil
En muchos países del mundo se protege a niños y niñas de los padres agresores, al punto de retirarles la guarda y reflexionando hasta sobre la posibilidad de hacer lo mismo con la misma Patria Potestad, mientras, en nuestro país, seguimos arriesgando sus propias integridades en nombre de la paternidad.
Los espacios de la justicia encargados de los procesos de una víctima sobreviviente de violencia que logra separarse del agresor, no analizan la situación de “guarda compartida” adjudicada a padres violentos, con un panorama alto de riesgo de manipulación y castigo, más allá de la historia de sobrevivencia.
Pero, sobre todo, el riesgo que corren NNA en su propia integridad física y emocional, una puerta abierta al dolor, el abuso y maltrato que, en un gran porcentaje sucede sin que las autoridades accionen para prevenirlo.
Servidores y servidoras en el sistema de atención a NNA, deberían conocer a fondo el fenómeno de la violencia machista y sus consecuencias, no con un par de talleres, charlas o conferencias, no, como parte de su capacitación para un tema que arrastra al abuso y maltrato a la niñez y la adolescencia.
Antes que termine este abril, hay que saberlo.