Opinión

A rajatabla

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Orión Mejía

Modelo económico

 

El Banco Central ha elaborado un documento en el que refuta opiniones de economistas y políticos sobre la necesidad de cambiar el modelo económico dominicano para poder lograr un crecimiento inclusivo de la economía.

Lo primero que advierten los redactores de ese escrito es que no se tiene del todo claro en qué consiste un “modelo económico”, que definen de un modo muy difícil de entender (“descripción simplificada de la realidad, generalmente basada en expresiones matemáticas que suelen ser comprobadas empíricamente”).

Es mejor asumir la acepción tradicional de que el término “modelo” describe cómo se organiza el sistema económico según el grado de participación del Estado, el cual sería modelo capitalista, si la actividad productiva dependiera en su mayor parte de la iniciativa privada, o socialista, si el Estado fuera el regente principal.

Es por tanto correcto decir que el modelo económico dominicano es un sistema mixto en el cual el Estado limita su rol a temas regulatorios y a la gerencia de empresas en sectores estratégicos, en alianza con el sector privado.

Tiene razón el Banco Central al señalar que lo que se quiere cambiar no es el modelo económico, sino el conjunto de políticas que conforman la estrategia de desarrollo, que al decir de sus técnicos ha sido exitosa y no requiere más que de ajustes.

Queda claro, en términos llanos, que el modelo económico es capitalista y no socialista, aunque el Estado interviene más allá del ámbito regulatorio, a la gerencia de empresas estratégicas en alianza con el sector privado, lo que ha servido como represa al neoliberalismo.

Las cifras mostradas en el documento de referencia hablan por sí solas, especialmente las que señalan que el crecimiento promedio del PIB ha sido de un 5.5%, para situar su tamaño, desde US$9,680.1 millones en 1991, a más de 80 mil millones de dólares en 2018, mientras el PIB per cápita se situó US$16,997 al cierre de 2017.

Creo, sin embargo, que ese modelo necesita ajustes en el conjunto de políticas que conforman su estrategia económica, para que el crecimiento del PIB se refleje con mayor intensidad en la redistribución del ingreso.

En términos concretos se requiere un mayor impulso a las Pymes, ampliar la cobertura de crédito al sector productivo, modificar sustancialmente la oferta exportable nacional, con énfasis en desarrollar la producción entre otras iniciativas.

Estado, Gobierno, clase política y sector privado deberían recordar que en 2025 entra en vigencia total el DR-Cafta, lo que tendría efectos catastróficos para los subsectores arrocero, avícola, porcino y de producción de leche y derivados.

En resumen, no hay que cambiar el modelo económico, porque ha sido garante de un crecimiento sostenido y con baja inflación, pero requiere de ajuste para que desde el cielo caiga el maná de justicia y equidad.

El Nacional

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