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Abinader y su modelo de gestión personalista

Abinader y su modelo de gestión personalista

Al parecer el presidente Luis Abinader ha superado la fama de Dios, que ante la ausencia de institucionalidad, tienen los mandatarios de Latinoamérica. Por sus rasgos distintivos se cree que el ejecutivo encabeza una gestión de gobierno centralizada y personalizada, que lo ha convertido en el protagonista, planificador y ejecutor de todas las políticas públicas, la gente, y hasta los propios funcionarios, lo empiezan a ver como la encarnación del personaje del Conejo Bug, que picha, quecha, batea y apara la pelota.

El gobierno personalista se caracteriza por la concentración de poder y las decisiones en una sola persona, lo cual le otorga el control absoluto sobre la administración de la cosa pública. El personalismo político procura a toda costa adicionar carisma al líder, lo que equivale a colocarlo por encima de todos en un nicho de superioridad que justifique el ejercicio ilimitado de su voluntad.

En el gobierno de Luis Abinader se evidencia una marcada concentración de poder en su persona, Mediante este mecanismo el mandatario concentra en su persona el poder y capacidad de decisión sobre las políticas gubernamentales y la dirección del país, anulando la capacidad de accionar de sus funcionarios, y causando hasta temor en esto para tomar decisiones.

Debido a la concentración de poderes, consciente , o no, el presidente Abinader ha logrado que la población vea a sus ministros como pésimos gerentes, opacos, irresolutos, pusilánimes, de pocas iniciativas e incapaz de enfrentar los problemas inherentes a sus responsabilidades.

La excepción de los funcionarios es el ministro de Turismo, David Collado, que al parecer el presidente le permite moverse como pez en el agua. Esta cartera cada mes monta su espectáculo para vender con grandilocuencias los logros de la gestión, allí confluyen verdades y fabulas para presentar al incumbente como el gran protagonista de hechos ¨como nunca antes¨ y ¨por primera vez en la historia¨, con la clara intención de promoverlo como la figura imprescindible para las elecciones de 2028.

Salvo esa excepción, los demás ministros parecen que no existen, el presidente se ha ocupado de anularlos asumiendo todo el protagonismo de las realizaciones propias de su función. La gran mayoría se cuidan de no competir en el escenario con el jefe, le huyen ir a una entrevista y las pocas veces que hablan a la prensa, emplean más tiempo en hablar y promover al presidente que en rendir cuentas de su gestión a la ciudadanía.

El presidente se ha constituido en el vocero propio y de todo su gabinete, en el encuentro La Semanal suele llevar a uno que otro funcionario solo para que refuercen algún tema en discusión, pero sin darle rienda sueltas, cuando alguna pregunta resulta incomoda de responder solo dice que desconoce de eso, ignorando que en el país existe la creencia de que el primer hombre del Estado es la persona mas informada de la nación.

El presidente Luis Abinader se caracteriza por tener un estilo de gobierno en el que la toma de decisiones está centralizada en sus manos. Esto implica que tiene la última palabra en la mayoría de las decisiones políticas y administrativas del país, lo que evidentemente limita la participación y diversidad de opiniones en la toma de decisiones, lo que a la postre va a cual afectar la democracia y la representatividad del Gobierno.

Pero la centralización del poder, las decisiones de Estado y las posibilidades de comunicar los logros o desaciertos de la gestión, no solo se limita a los aspectos administrativos del Gobierno, en el ámbito policial Abinader ha asumido todo el control, tan así que en los medios de comunicación se tiene la creencia de que al director de la Policía se le tiene prohibido hablar, es el presidente que cada lunes habla por la institución, y en su ausencia lo sustituye la vice presidenta, o los ministros de Interior y Policía y el de la Presidencia.

Pero el protagonismo del mandatario va más allá del poder ejecutivo, en varias ocasiones se le ha visto encabezar actos del Senado de la República donde personalidades del país son reconocidos por ese poder del Estado, y en al menos dos ocasiones envió, como si fuera un subalterno suyo, al  expresidente de la cámara alta, Eduardo Estrella, a representarlo a la juramentación de presidentes de gobiernos amigos.

En el terreno de la justicia también ha procurado papeles estelares el presidente Abinader, el 27 de enero dijo haber dado la orden para la puesta en libertar del doctor Wazar Gómez, quien fue arrestado de forma irregular por encabezar una protesta pacífica en San José de Ocoa portando un cartel donde cuestionaba al mandatario sobre la cantidad de pacientes con cáncer y trastornos psiquiátricos en la referida demarcación. Mas tarde se supo que el fiscal de la provincia,  Juan Ysidro Minyetti, fue quien dispuso la libertad, después de una “inspección corporal”.

En los extra judicial el Mandatario ha intervenido con igual soltura, en una intervención advirtió en forma de sentencia, al malogrado presunto delincuente conocido en vida como Kiko la Quema, que se entregue por la vía que considere, que ya ¨los otros están en 29¨, y efectivamente meses mas tarde cayó abatido a tiros por agentes de la policía en un supuesto intercambio de disparo. No solo felicitó a los agentes, sino que dispuso un premio en efectivo para ellos, validando y motivando así las ejecuciones de ciudadanos en franca violación a la ley.

En el gobierno personalista del presidente Luis Abinader también se observa un cierto afán por controlar los medios de comunicación y la opinión de la ciudadanía. Esto implica que el gobierno trata siempre de  influir en la cobertura mediática y en la forma en que se presentan las noticias y la información al público. Esta característica plantea preocupaciones sobre la libertad de expresión y la diversidad de opiniones en el país, ya que limita el acceso a información imparcial y dificultar el ejercicio del periodismo independiente.

Por Nicolás Mateo

El Nacional

La Voz de Todos