Opinión

Al DÍA

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Pero Ramfis no quedaría cruzado de brazos ante  la traición de Balaguer. Ser primitivo y de reacciones primarias, empezaría a conspirar para derrocar y sustituir a quien había sido sólo su aliado circunstancial.

 En el poder absoluto, con el control de las Fuerzas Armadas, de la clase dominante y el evidente respaldo de Estados Unidos, Balaguer las tenía todas consigo pero pensó que el hijo de Trujillo sería para él un problema a todo lo largo de un gobierno que proyectaba largo.

 El atentado militar contra la vida del general Antonio Imbert Barrera en 1967, y la cadena de asesinatos, persecuciones, encarcelamientos y deportaciones políticos que marcaron al gobierno de Balaguer desde sus primeros momentos en el poder no dejan dudas en cuanto a que pudiera tomar esas mismas medidas contra Ramfis.

 Entre los militares había especialistas en tramas criminales, como se demostró a lo largo de los primeros doce y de los segundos diez años de Balaguer en el poder, y bien pudo encomendarse a algunos de ellos la tarea de eliminar al hijo de Trujillo.

 El 17 de diciembre de 1969, Ramfis sufrió un accidente de automóvil en la carretera de Burgos, cerca de Alcobendas, cuando regresaba de madrugada a su  residencia del exclusivo La Moraleja en su Ferrari 365 California.

 De la colisión con el Jaguar de Teresa Bertrán de Lis, duquesa de Alburquerque, ésta resultó muerta de inmediato pero Trujillo hijo fue llevado a una clínica madrileña donde empezó a recuperarse.

 El 28 del mismo mes, el parte médico daría como razón de la muerte la complicación de una neumonía, once días después del accidente y tiempo más que suficiente para haberse arreglado una visita criminal a la clínica que terminara para Balaguer con el problema Ramfis.

 ¿Fue descompuesto el automóvil de Ramfis para fallar en su regreso a La Moraleja? ¿Se aprovechó su estadía en la clínica para asesinarlo, con la atenuante de poder atribuir su muerte a cualquier complicación a causa del accidente?

 Ninguna persona ni circunstancia como Ramfis amenazó de manera tan dramática el poder que desde junio de 1966 controlaba Balaguer en el país y todas sus fuerzas.  ¿Era capaz Balaguer de tramar y llevar a efecto su asesinato?

 Quien lo dude habrá olvidado los treintiun años de colaboración de Balaguer con Trujillo y el baño de crímenes y sangre en que ahogó al país de 1966 a 1978 y de 1986 a 1996. Y esos hechos, vivos todavía en la memoria hasta de los más desmemoriados, no pueden echarse a un lado.

 Es mucho más que posible que Balaguer conspirara para acabar con el peligro que le representaban Ramfis y su posible regreso y es muy posible que tanto para el accidente del 17 de diciembre como para su muerte del 28 estuviese oculta la mano maestra del déspota neotrujillista quien, para alcanzar y mantener el poder, no mostró el menor escrúpulo.

El Nacional

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